La almohada ya no es necesaria.
Era la hora de la cena en la casa de Haruka, la costumbre era prepararse
un buen filete de caballa con cualquier otra cosa que sirviera para
acompañar; pero claro, no contaba con la visita de Nagisa, Rei y Makoto,
¿la razón? No había alguna en especial, simplemente se pasaron por allí
a la hora de la cena para charlar sobre la última carrera en el
campeonato, ese relevo que lograron ganar.
— ¡Qué bueno que hemos visto de nuevo a Rin-chan! — sonreía el alegre Nagisa devorando el pescado, tanto el suyo como el de Rei o el de Makoto.
— La carrera ha ido genial, pero sigue siendo igual de competitivo, — el ojiverde suspiró, adiós a su caballa— en especial con Haru, ¿no?
— ¡Es el estilo de Rin-chan! — reía el rubio.
— Nagisa-kun, no me robes mi comida, tengo hambre. — le reñía el de gafas.
— Pero Rei-chan, yo también estoy hambriento.
— Eso no te da derecho a robar de MI plato. — dijo señalando los restos de su cena.
— Makoto. — ese simple llamado por parte de Haruka bastó para que su amigo le alcanzara la salsa agridulce— Gracias. — le agradeció llenando su plato de salsa, ahogando la caballa en ella antes de empezar a comerla.
— Es una estrategia para que Nagisa no le robe la comida. — explicaba Makoto sonriendo, viendo al rubio refunfuñar y a Rei anotando los datos de esa técnica secreta que usaba su sempai.
Tras un agradable rato la cena terminó y ahora estaba el grupo hablando, cómo no, de natación, tema que les entusiasmaba a todos; aunque en un momento dado el ambiente cambió por completo, y ese momento fue cuando Nagisa mostró la película que le había “robado amablemente” a un compañero de clases. Nada más y nada menos que una película erótica, aunque para desánimo del rubio, ninguno de los 3 chicos mostró interés alguno en ver el film.
— ¡¿Haaa?! ¡Pero si será divertido! — les animaba mostrándoles la carátula, bastante sugerente puesto que la mujer iba medio desnuda— ¡Es una historia de amor entre un estudiante y su profesora!
— Dudo que haya amor en esa película. — sonreía Makoto intentando calmarle.
— Yo directamente me niego a ver algo que no sea hermoso.
— Rei-chan, ¿no te parece hermoso el rostro de una mujer al gemir?
— Eso depende de muchos factores. — se sonrojó y giró el rostro mientras se acomodaba las gafas.
— ¡Rei-chan se ha puesto nervioso! ¡Eso son ya dos votos para ver la película!
— ¡¡No decidas las cosas por tu cuenta!! — le gritó ahora aún más ruborizado.
— Haru-chan, ¿podemos ver la película? — le miró casi al borde del llanto, aunque el ojiazul permaneció impasible— Ne, Haru-chan~ Haru-chan~ Haru-chan~ ¿podemos, podemos, podemos, podemos~?
— No sé yo si a Haru le gustará ese género… — respondía Makoto intentando calmar al rubio— Ah, quizá si fuera en una piscina.
Haruka desvió su mirada hacia el castaño desde que escuchó esa palabra que tanto le gustaba oír.
— Haru-sempai parecerá un fetichista del agua. — murmuró Rei ladeando su cabeza— Bueno, no es una parafilia extraña comparada a otras que existen.
— ¡Rei-chan es un pervertido! — Nagisa le señaló, tras escabullirse de los brazos de Makoto, que inútilmente pretendían dejarle sentadito para que no siguiera moviéndose de un lado a otro continuamente.
— ¿Quién es el pervertido aquí? ¡Has sido tú quién ha traído el porno!
— Parad de una vez, ya es de noche y despertaréis a los vecinos. — de nuevo era el más alto de todos el encargado de poner orden y sembrar la paz en la sala.
— Dejando a un lado la perversión de Rei-chan y volviendo al tema, — sonreía Nagisa de manera algo malvada— Haru-chan, me preocupas, ¿incluso cuando te masturbas piensas en agua y no en alguien que te guste?
— ¡Nagisa! ¡¿Qué clase de pregunta es ésa?! — le gritaron a coro Rei y Makoto, luego miraron algo asustados hacia Haruka, pero éste permanecía de lo más tranquilo en su sitio de la mesa.
— Umh… masturbación, ¿eh?
— ¡¡No puede ser!! — Nagisa corrió hacia él y sujetó sus manos— Haru-chan, ¡¿nunca lo has hecho?!
— Nagisa, que esas cosas no se preguntan…— sus voces volvieron a sonar sincronizadas, pero no podían negar esa curiosidad que les había entrado.
— Haru-chan, contesta: ¿lo has hecho o no?— insistía el rubio en el tema, mirándole convencido.
— Nunca he tenido motivos para hacerlo. — confesó mirándole con esa usual indiferencia suya marcando su rostro.
La mandíbula de los presentes casi se desencaja de pura sorpresa, en 17 años ni una sola vez había ‘jugado’ con su propio cuerpo, ¿y podía considerarse un hombre? Aunque más les hubiera sorprendido que Nanase Haruka hubiera contestado un “sí, normalmente me masturbo pensando en X persona”; sin duda Haruka cabría en la definición de una persona asexual, su único interés era la natación -al estilo libre, por supuesto.
Nagisa rió después de asimilar la respuesta y comenzó a darle toda clase de consejos referentes al mismo tema, como por ejemplo las posiciones más usuales a la hora de hacer el amor con alguien, cómo dar el beso perfecto, el mejor momento del día para dedicarse al ‘amor propio’, el movimiento de las manos sobre una erección, incluso le dejó varios pañuelos de papel por si quería practicar luego.
— Y no lo olvides, — le decía alzando su dedo índice— si piensas en quien te gusta mientras lo haces se sentirá incluso mejor, ¡te lo garantizo! — guiñó el ojo sonriendo.
— Nagisa, es aterrador que puedas dar dichos discursos…— le dijo Makoto con un tic nervioso en su ceja izquierda, aún algo en shock por todo lo que acababa de oír.
— Pero es lo normal para un adolescente, ¿no es así? Mako-chan, ¿necesitas clases de masturbación o sexo? ¿Rei-chan, quieres clases también?
— No me hace falta, ahórrate el esfuerzo. — el de gafas se negó rotundamente.
— Muchas gracias, pero por mí no te molestes. — sonreía Makoto de manera amable, negándose de la misma forma.
Los chicos se despidieron de Haruka y se fueron por donde mismo vinieron, aunque Nagisa aún se negaba a irse, diciendo que ahora Haru-chan quizá necesitaba ayuda o más consejos; sin embargo tanto Makoto como Rei lo arrastraron lejos de la casa, dándole un descanso al peliazul. Sabían ellos que en muy poco rato habían roto toda su calma.
Aunque lo peor estaba por llegar.
Porque el encontronazo que tuvieron con el mayor de los 2 hermanos Matsuoka no fue para nada premeditado, el chico simplemente corría por la zona como parte de su entrenamiento nocturno, y en su ruta se había topado con los otros 3; tras saludarse y dedicarse alguna que otra palabra, pues Nagisa dejó caer la bomba, esa bomba que rompería ya por completo la calma en Haruka.
— ¡Y gracias a mí, Haru-chan es todo un experto en la cama! Rin-chan, ¿quieres que te enseñe?
Makoto suspiró al oírle y terminó por arrastrar de nuevo a Nagisa, dejando que Rei se disculpara en su lugar con Rin debido a los comentarios del rubio; luego siguieron caminando dejando solo al pelirrojo con su cara de consecuencia en medio de la calzada.
— ¿Qué cosa dices que habéis hecho…?— se preguntó suavizando poco a poco su expresión.
Por unos segundos intentó despreocuparse y seguir su camino hasta las habitaciones de Samezuka, pero le resultó imposible, la curiosa -y estimulante- imagen de Haruka gimiendo apareció sin pedir permiso en su mente, nublando todo lo que había allí.
— ¡Aagh, maldito hombre-caballa! — con rapidez giró y se encaminó hacia esa casa que tan bien conocía, pues había ido bastantes veces de niño.
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Tras esa ráfaga de consejos e información que le dio Nagisa, Haruka se quedó unos momentos en silencio, ordenando cada idea en su cabeza, era bastante información nueva la que acababa de recibir: diferentes posturas sexuales -a cada cual más extraña-, había aprendido que se debía respirar por la nariz si se está en medio de un apasionado beso, o que la masturbación con ambas manos se sentía bien, pero que llegaba a resultar más placentera si sabías qué parte tocar…
Suspiró, le interesaba muchísimo más dónde se abrirían antes las piscinas que todas esas cosas sobre sexo, ¿de qué servirían si ni siquiera tenía pareja?
— Pareja. — con ese concepto se metió en la bañera, ese tipo de cosas se hacían mejor en pareja, ¿cierto? Miró hacia abajo, observando curioso, ¿pasaría algo malo si lo intentaba?
Asintió convencido con la cabeza, hoy mismo le habían dado toda una argumentada charla sobre el amor propio, o así lo llamaba Nagisa. Soltó el aire en un suspiro armándose de valor para poder comenzar, lo 1º era librarse del bañador que llevaba.
— Una pena, es de mis favoritos…— murmuraba dejando fuera la prenda. Estuvo unos buenos segundos simplemente sintiendo el agua recorrer por completo su cuerpo, sin ropa de por medio.
Movió luego sus manos, aunque no tenía idea de por dónde empezar; bueno, lo lógico era ir a su entrepierna y una vez allí comenzar a moverse, así que hacia esa zona fue su valiente mano derecha, mientras que la izquierda se quedó cómodamente apoyada en el borde de la bañera… pero pese a su empeño, aquello no pareció funcionar, el calorcillo que empezaba a sentir era algo agradable pero poco más. Recordó entonces lo que el rubio le había dicho: “si piensas en quién te gusta mientras lo haces se sentirá incluso mejor.”
— Quién me gusta…— repitió el concepto deteniendo el movimiento de su mano derecha, ¿había alguien así en su vida? Bueno, ya iba siendo hora de descubrirlo.
Cerró sus ojos echando hacia atrás la cabeza, apoyando su espalda en la parte trasera de la bañera, buscando la posición más cómoda. Por su mente pasaron imágenes de todo aquél al que conocía, hombre o mujer… de esta forma pensó en Makoto, en Rei, en Nagisa, en Gou, e incluso en sus profesores o profesoras.
Bajó de nuevo la vista, esta vez un tanto molesto, no había ninguna reacción por parte de su cuerpo, se supone que precisamente un músculo debía ir “despertando” ahora, ¿no? ¿Qué era lo que no cuadraba? ¿En qué fallaba?
— ¡Haru! ¿Estás ya dormido? — una voz más que conocida llegó a su cabeza.
— Rin.
Eso podía ser, no había pensado en él, no perdía nada por probar; cerró sus ojos acomodándose en la bañera y dejando viajar por 2ª vez a su mano derecha. Con suavidad envolvió la base de miembro para después subir un poco hasta la punta, bajando, subiendo, bajando, subiendo… el proceso era bastante sencillo.
— Rin…— murmuró su nombre, ¿estaría bien pensar que fuera él quién se lo hacía? ¿Podía fantasear con la idea de que era su mano quién ahora le masturbaba? — Umh…— no sonaba nada mal, al contrario, ese pensamiento empezaba a gustarle.
— Haru, ¿te estás bañando a estas horas? — de nuevo esa voz, SU voz, resonando por sus oídos.
— R-Rin…— un suspiro, eso fue lo que escapó de sus labios; no tenía claro el por qué, pero necesitaba que su mano se moviera más rápido, ya sus piernas habían comenzado a retorcerse e incluso había inclinado su espalda, esto se sentía realmente bien.
— Y de verdad te estás bañando, lo tuyo ya es grave, ¿eh?
Haruka espabiló de golpe, ¿no sonaba como que muy cerca la voz del otro? Detuvo a regañadientes el estimulante movimiento que hacía su mano derecha y giró la cabeza.
— ¿Rin? — se quedó sorprendido al verle a unos pasos de distancia, ¿qué hacía aquí?
— Puedo esperar a que termines de bañarte, tranquilo. — murmuró dándose la vuelta, no iba a quedarse ahí viendo a Haru bañarse -y no porque no quisiera hacerlo, desde luego, en este caso la educación era más importante que sus deseos.
Sin embargo el ojiazul reaccionó a tiempo, salió casi a trompicones de la bañera corriendo hacia él, dándose cuenta entonces de lo mucho que le costaba caminar. Es más, tuvo que agradecer que Rin no hubiera retrocedido demasiado o hubiera acabado en el suelo, se aferró a su hombro para no caer.
— ¿Haru? — giró un poco el rostro, el menor había quedado a su espalda— Mi ropa está empapada en sudor, ¿sabes?
— R-rin…— esta vez se preocupó, todo su cuerpo estaba temblando, rogando porque le siguiera acariciando de aquella manera— R-rin… — sin embargo su voz no salía, apenas llegaba a murmurar el nombre del pelirrojo.
— ¿Estás bien? — le preguntó, pues era bien extraño que la voz de Haruka temblara.
— Rin…— logró normalizar su respiración con el paso de los segundos, pero seguía sin poder mover sus piernas— ¿Puedo… pedirte una cosa?
— ¿Qué pasa? — suspiró, esto no estaba siendo para nada normal.
— ¿Podrías masturbarme?
Y eso ya rompía todos los límites de las situaciones que se pudieran catalogar como ‘normales y corrientes’. Para empezar tenía a un hiperventilado Haruka a su espalda, desnudo, sujetando con tanta fuerza su hombro derecho que temía por el estado de su omóplato; y por otro lado estaba él, con una muy elegante ropa que consistía en un chándal, ya bastante sudado debido al buen rato que llevaba corriendo bajo la noche. No iba a negar que un baño sí aceptaría, más que nada para sofocar el calor que sentía desde hace rato, pero… ¿acaso el baño incluía la masturbación?
Se sonrojó negando una y otra vez con la cabeza, intentando mantener la calma.
— Es una broma, ¿no? — pudo decir sin que su voz se tambaleara.
Haruka no contestó, sólo dejó que su rostro se apoyara en la espalda del mayor, movió con algo de miedo sus manos hasta que logró sujetar la muñeca derecha de Rin; con el mismo ritmo pausado la movió hasta que quedó cerca de su entrepierna, un leve movimiento de cadera y los largos dedos del pelirrojo tocaron directamente el músculo más sensible de toda su anatomía, arrancándole otro suspiro.
— ¡¡Ha-Haruka…!!— alarmado retiró su mano y se separó girándose, mirando por primera vez al otro de frente. Se ruborizó a un ritmo peligrosamente acelerado, vaya una vista era ésa — ¿Q-q-qué rayos hacías tú en la bañera…?
— Me masturbaba, estoy aprendiendo. — contestó con sinceridad, pero para nada avergonzado, de hecho su expresión seguía siendo la misma: indiferente.
Esa mueca carente de cualquier sentimiento hizo que Rin se molestara, ¿cómo podía hacerlo?
— Por el amor de…— suspiró llevándose la mano a su frente— Estás duro, al menos ten un poco de emoción con eso, ¿quieres?
— ¿Emoción? ¿Cómo cuál? — se acercó tambaleante a él, pero el mayor retrocedía, hasta que se vio acorralado: a su espalda, los azulejos del baño y frente a él, Haru— ¿Qué expresión pones tú cuando te masturbas?
— ¡¿C-cómo quieres que lo sepa?! — se sonrojó incluso más— ¡¡No lo hago frente a un espejo!!
Sin darse cuenta acababa de afirmar que sí lo hacía, pero no frente a esa superficie reflectante; mensaje que le llegó claro a Haruka.
— Entonces, ¿puedes masturbarte ahora? — le preguntó como quién pregunta la hora— Quiero ver tu expresión mientras lo haces, Rin.
— Tú has bebido o algo, ¿verdad? — el sudor frío caía por su espalda, ¿por qué le parecía el ojiazul tan intimidante ahora mismo?
— Si no quieres, puedo hacerlo yo, te he dicho que estoy aprendiendo. — le decía llevando sus manos a su pantalón, no le costó esfuerzo colarse bajo él y palpar su ropa interior— Estás bañado en sudor, Rin. — retiró una de sus manos, viendo en ella pequeños rastros del cristalino sudor que se acumulaba por la ingle del mayor.
Lleno de curiosidad se llevó el dedo índice a la boca para, de alguna manera, probar el salado sabor del Matsuoka… le gustó, o al menos no le desagradó en absoluto. Miró aun curioso al otro, y se confundió un poco viendo su rostro tan terriblemente sonrojado.
— ¿Te pasa algo, Rin?
— ¡¿Y TIENES LAS SANTAS PELOTAS DE PREGUNTAR QUÉ ME PASA?! — estalló— ¡¡Joder, sólo mira dónde tienes tu mano!! ¡Y no sólo eso, sino que te pones a lamer mi sudor!! ¡¿Pero tú sabes lo raro que es eso?!
— ¿De verdad lo es?
— ¡¡Claro que lo es, maldición!!
— Ya veo. — bajó un poco la mirada pensativo, tras unos segundos aclarando ideas le volvió a mirar a los ojos— ¿Puedo entonces masturbarte sin probar tu sudor?
Rin soltó un MUY largo suspiro a la vez que murmuraba un sinfín de palabras, apenas lograba entenderse lo que decía; desplomó su rostro en el hombro del menor, rodeó su cintura con los brazos hasta que pudo abrazarle, pegándole del todo a él.
— ¿Rin? — sin habla se quedó por el abrazo… el cuerpo del otro era demasiado cálido, ¿era bueno que le gustara estar de esta forma entre sus brazos?
— Cállate, has empezado tú. —refunfuñó apretándole con algo más de fuerza pero sin asfixiarle, soltó un pequeño suspiro cuando su entrepierna se pegó a la de Haruka; ese gesto era demasiado íntimo.
— No me has contestado. — le dijo el menor dejándose abrazar, descubriendo sensaciones nuevas en este abrazo.
“¿Qué te habrá dado a ti hoy?”, pensó Rin volviendo a suspirar; se separó para poder mirarle a los ojos, podía ver la curiosidad resplandeciendo en ellos… al fin veía algo de emoción en su rostro, ¿habría forma de ver más? Bajó la mirada por su esbelto cuerpo, prestando especial atención a cierto músculo, más que animado y despierto. Supo entonces que sí había forma de ver más de Haruka, ver más de sus expresiones.
En primer lugar le giró, quedando esta vez Haru acorralado entre su cuerpo y los azulejos de la pared. Su sonrisa creció viendo cómo el rostro del menor se sorprendía debido al repentino movimiento, al fin iban cambiando las tornas en la situación.
— Para estar aprendiendo, — decía Rin acercándose al otro, su mano izquierda servía de apoyo en los brillantes azulejos, impidiendo que Haruka huyera— parece que lo haces bien. Esto está bastante animado ahora, ¿no crees? — llevó su mano derecha hasta el miembro del menor, picoteándolo un poco— ¿Pensabas en alguien mientras lo hacías?
— Rin…— suspiró, ahora los dedos del pelirrojo rodeaban su erección empezando a masajearla de una manera tan lenta como placentera.
— ¿Umh? Dime.
— D-digo que pensaba en Rin…— volvió a suspirar— Pensaba en ti mientras lo hacía.
La mandíbula del mayor casi se desencaja al escuchar su respuesta, y un agradable escalofrío le recorrió la espalda de arriba abajo; le gustaba bastante la idea de que Haru pensara en él precisamente cuando se masturbaba, de hecho, una sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labio, “vale, esto no puede ser normal”, pensó sin poder borrar esa sonrisilla.
— Es bueno saberlo. — dijo fingiendo estar tranquilo mientras avanzaba hasta el cuello del ojiazul. Separó sus labios plantando en su piel un pequeño mordisco, luego deslizó lentamente su lengua por allí, disfrutando su sabor.
— R-riin…— Haruka jadeó, subió sus manos hasta los hombros del mayor para no caerse, incluso aunque su espalda estaba contra los azulejos sospechaba que se podría caer debido al continuo temblor de sus piernas.
Rin sonrió subiendo su lengua hasta llegar a la oreja del menor, mordisqueando su lóbulo o lamiéndola, dejando al mismo tiempo que su mano derecha apurara el ritmo de sus movimientos por su erección; comenzando a masturbarle más rápidamente esta vez.
— E-esper- ¡aaah! … R-riin…— volvió a jadear con voz acelerada aferrándose a su ropa, le clavaba incluso las uñas, confiando en no rasgar la tela del chándal.
— ¿Se siente bien? — preguntaba el pelirrojo sin molestarse en disimular la sonrisa que cursaba sus labios— Dime Haru, ¿voy bien? — le preguntó sonriendo mientras mordía su mentón, mirando en todo momento el rostro del ojiazul.
— S-se siente m-muy bien…— suspiró con un fuerte escalofrío recorriendo su espalda— Aaah…
— Puedo hacer que se sienta mejor. — murmuró yendo hacia la boca del contrario.
El besó que plantó en sus labios apenas fue tierno los primeros segundos, más tarde el ansia pareció dominarle y se encargó de devorarle, exploraba sin descanso cada rincón de la cavidad con su inquieta lengua; jugando de cuando en cuando con la de Haru o escuchando los pequeños suspiros que se ahogaban en el beso.
Se encontraba abrumado en ese pasional beso cuando sintió el cuerpo del menor estremecerse por completo, además que sus uñas se clavaban con fuerza en su nuca, “se va a venir, ¿cierto?”, pensaba separándose muy poco a poco de esos tentadores labios, quién le iba a decir que disfrutaría tanto de sólo besarle. Su predicción fue acertada y Haruka soltó un profundo jadeo que hizo a todo su vello erizarse, Rin supo que cada poro de su cuerpo había reaccionado frente a aquella voz.
— Haa… Rin…— desplomó su cabeza en el hombro del otro, relajando un poco sus dedos, bajando sus manos hasta apoyarlas en la tonificada espalda del Matsuoka. Incluso sobre la ropa podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.
— Parece que lo has disfrutado. — le dijo con una risita mientras le miraba.
Sin habla se quedó sintiendo cómo le devolvía el beso de la misma forma, ahora era la lengua de Haruka la que llevaba la batuta en esa danza que tenía con la del mayor. Éste acabó por morderle, escuchando su suspiro, para terminar el beso.
— ¿Rin…?
— Me parece que tendré que usar tu ducha. — murmuró rascándose la mejilla, claro que con la mano izquierda, en su derecha estaban los restos de una delatadora sustancia blanquecina— Quiero decir, es imposible que regrese así…— se sonrojó girando el rostro.
Fue Haru quién agachó la mirada, observando lleno de curiosidad un sospechoso bulto que había nacido entre las piernas del mayor. Movió su mano hasta apretarlo un poco, escuchando el suspiro junto a los insultos que Rin soltó en respuesta; el ojiazul tuvo que reír un poco al oírle, parecía que su gesto le había sorprendido.
— Rin, — le miró convencido— ¿me dejas ayudarte con eso? — preguntó inclinándose hacia sus labios, había descubierto que sus besos le robaban por completo el aliento, pero le encantaba, no tenía muy claro el por qué, pero quería besar más y más al mayor de los dos.
— Eso en parte es culpa tuya…— refunfuñó chasqueando la lengua, de nuevo volvía a avergonzarse ante la franqueza de Haruka, ¿cómo podía mantener la calma en este tipo de situación?
— Nagisa me ha dicho que puede hacerse con la boca o con las manos, — decía mirando directamente sus ojos— ¿qué prefieres, Rin? ¿Cómo quieres que lo haga?
El rostro del pelirrojo se sonrojó ahora por completo, Nanase parecía más que decidido a hacer lo que fuera que le pidiera, ¿iba en serio? Él había venido picado por la curiosidad pero, ¿qué estaba pasando entre ellos? O peor aún, ¿qué iba a pasar ahora?
No pudo hallar una respuesta, su mente quedó en blanco sintiendo algo muy húmedo lamer con calma su ropa interior. Se atrevió a bajar la mirada para ver a Haruka arrodillado frente a él, bastante entretenido en lo que hacía.
— Rin, estás duro. — deslizó lentamente sus bóxers por sus muslos, dejando al descubierto la erección del mayor; un pequeño rubor llegó a sus mejillas, pero sólo por eso no se iba a detener.
Se acercó y comenzó a lamerla con calma, pues no tenía prisa, empezaba en la base para luego ir subiendo por toda su extensión, saboreando el músculo y dejando un pequeño camino de saliva por donde iba su lengua. Claro que tanto estímulo en precisamente ESA parte de su cuerpo le arrancaba más de un jadeo a Rin, ya empezaba a retorcerse y optó por apoyar ambas manos en las baldosas de la pared, dejando sobre ellas su cabeza.
Haruka volvió a moverse, esta vez separó lo suficiente sus labios como para poder engullir la cabeza de aquel músculo tan importante. No tenía nada claro qué hacer ahora, así que se guió por pura intuición masculina comenzando a tragar más y más, teniendo ahora en su boca el miembro del otro, o al menos la mayoría, aunque quisiera le era imposible “comerlo” todo, su boca no era tan grande. Se decidió ahora por moverse un poco, primero hacia atrás y luego volviendo a succionar a la vez que movía tímidamente su lengua, lamiendo la ardiente piel del otro.
— Ha-Haaruu…
El menor se estremeció de arriba a abajo escuchando tan estimulante gemido, se armó de confianza repitiendo sus movimientos ahora con más soltura. Parecía que aquello a Rin le gustaba, Haruka podía sentir sus leves sacudidas e incluso sentía cómo su miembro palpitaba en el interior de su boca. Cerró los ojos ahogándose entre las nuevas sensaciones que estaba experimentando, notaba que su propio miembro volvía a reaccionar, ¿le excitaba hacer esto? Con su mano salió de dudas, entre sus piernas había vuelto a crecer otra erección; su gemido se ahogó en su garganta mientras se acariciaba a sí mismo con una mano a la vez que seguía moviendo sin descanso su boca. Sin duda esto le gustaba, debía admitirlo.
— Haru… t-tienes que apartarte ahora…— Rin le intentaba avisar sujetando su cabello, aunque sin mucha fuerza en su agarre, todo su cuerpo temblaba.
— ¿Pwor quwé? — le preguntó alzando la mirada, pero con su boca aún ocupada— ¿Nwo lo hwago bwien?
— N-no hables…— jadeó, ahora Haruka le había mordido— M-mierda… n-no hables con e-eeso en la bocaa…— chasqueó la lengua sujetando con más fuerza su alborotado cabello— H-haaru… e-en serio, apa-aártatee…
— Nwo quierwo. — refunfuñó igual que un niño haciendo algo más bruscos sus movimientos.
Aquello pareció ser la guinda final, pues el pelirrojo gimió más agitado esta vez segundos antes de acabar irremediablemente entre los labios del menor. Se dejó caer sobre sus rodillas frente al otro, se acomodó estirando sus piernas mirando su rostro y sonrojándose al instante, había varias manchas blancas por sus mejillas.
GLUP.
Todo el rostro de Rin enrojeció al escuchar dicho sonido, viendo cómo algo bajaba por la garganta del ojiazul… sabiendo lo que era.
— ¡¡Haru!! — le miró alterado— ¡¿Por qué lo has tragado?!
Haruka se alzó de hombros volviendo a relamer sus labios, no podía decir que le hubiera disgustado su sabor; además, ver esa expresión que el mayor le mostraba… eso lograba que mereciera la pena cualquier esfuerzo. Se deslizó hacia él rodeando su cuello con las manos, quedando arrodillado sobre sus piernas.
— El sabor de Rin…— murmuró mirándole de frente— No es tan bueno como la caballa, pero me gusta.
— No compares ESO con un pescado. — alzó una ceja, volvió a chasquear la lengua limpiando el rostro de Haruka con la manga de su chaqueta— Lo tienes por toda la cara…
— Eso es porque salió un montón, Rin, no pude con todo, lo siento. — decía dejando que el otro le limpiara.
— N-no te disculpes, idiota. — refunfuñó sin poder borrar el sonrojo de sus mejillas, tras unos segundos acabó y miró los ojos del otro, ¿siempre habían sido tan brillantes?
Se acercó sujetando su mentón hasta volverle a besar, al igual que antes, comenzó siendo un beso tierno -e incluso tímido-, y se volvió uno más pasional con el paso del tiempo; sus manos habían bajado hasta la baja espalda de Haruka, descansaban allí acariciando su piel. Mientras que los dedos del menor volvían a enroscarse con varios de sus rojizos mechones, impidiendo que se alejara un solo centímetro de donde ahora estaba. El beso terminó, pero le siguieron otros tantos igual de fogosos, quizá era ahora donde sus sentimientos cobraban forma y representación, pues el aliento le faltaba a ambos; cualquier resquicio de oxígeno que hubiera en sus pulmones era robado por el contrario sin un mínimo de esfuerzo.
— Rin…— el ojiazul hablaba regulando poco a poco su agitada respiración— Tengo una erección de nuevo, ¿podrías masturbarme otra vez? Se volverá doloroso si no lo soluciono.
— Tienes un don para matar el ambiente, Haru. — le dijo entre suspiros.
— Pero…
— Ya, ya, ya te oí, no te preocupes. — refunfuñaba Rin mirando de un lado a otro, logró encontrar lo que buscaba, estiró el brazo cogiendo el bote de crema hidratante. Lo abrió bajo la mirada confundida del otro— Umh, avísame si te duele… o algo así, ¿vale?
Murmuró dejando que Haruka se acomodara, aun de rodillas en su regazo, y rodeando su cuello con sus brazos, sujetando incluso varios de sus rojizos mechones. Llegó a tirar de ellos sintiendo el primer dedo ajeno jugueteando por su entrada, agradecía el detalle de la crema hidratante -parecía que gracias a eso podía deslizarse mejor en tan íntima zona. Su cuerpo entero se sacudió cuando ese largo visitante comenzó a moverse en su interior, optó por aferrarse por completo al otro, incapaz de controlar los pequeños saltitos o sacudidas que daba.
— ¿Te duele? — le preguntó Rin acentuando el movimiento de sus dedos, ya eran dos los que bailaban en el interior del menor.
Haru negó con la cabeza sin despegar su rostro del cuello del pelirrojo; llegaba a morder su piel o clavarle las uñas a medida que sus dedos se seguían moviendo, haciendo hueco en su interior para lo que después ocurriría, había comprobado hace unos minutos la dureza de Rin, sabía que le debía preparar bastante para lo siguiente. El tercer dedo, bien embadurnado en la crema hidratante, se hizo presente; arrancándole un jadeo, volvió a retorcerse intentando acostumbrarse a dicha intromisión. No era como si le doliera, pero sí que le resultaba bastante extraño, ¿y cómo no cuando tenía dentro de él 3 dedos ajenos?
— Hey, ¿qué tal? — Rin alternaba entre una mano y otra, asegurándose de preparar correctamente al menor. Suponía que cuanto mejor se hiciera ahora, mejor se sentiría después; y tampoco quería lastimar a Haru.
— E-es raro…— jadeó volviendo a retorcerse, qué largos le parecían ahora los dedos del pelirrojo— P-pero está bien…
— Si tú lo dices. — murmuró aun sin convencerse del todo.
— Ungh…— la respuesta de Haruka fue un leve quejido, acompañado de varios jadeos. Poco a poco, la molestia se iba.
— Haru, cuesta mucho mantener la calma cuando te pones a gemir a mi oído, ¿sabes? — advertía el pelirrojo intentando concentrarse en lo que hacía.
— P-peero… R-riin… tus d-dedos… — continuaban sus jadeos, aun aferrado al mayor— S-se siente b-bien…
“Es demasiado excitante”, pensó Rin apartando sus manos, le echó un rápido vistazo al rostro del ojiazul. Ésta era la primera vez que veía en él esa expresión, la cual mezclaba nerviosismo y deseo a partes iguales.
— ¿Puedo entrar ya…?— preguntó relamiendo sus labios, su cerebro empezaba a asimilar lo que ocurría.
Haru asintió con la cabeza un tanto avergonzado, dándole vía libre para hacer lo que quisiera; Rin primero sujetó sus caderas y luego las movió hacia abajo, logrando que su erección acariciara una zona tan íntima como aquélla. Apretó los labios intentando no jadear sintiendo que muy poco a poco un duro músculo de su cuerpo comenzaba a abrirse camino en el interior del menor. Éste jadeaba a medida que iba avanzando en su camino, se mordió con fuerza el labio inferior intentando acallar su voz por alguna de las maneras; le avergonzaba bastante cómo sonaba ahora mismo.
Por su parte, Rin había echado hacia atrás su cabeza, soltando algún suspiro a medida que el ojiazul se iba moviendo sobre su cadera; cada vez iba llegando más y más profundo en él. Sin quererlo clavó sus uñas en los muslos del otro, empujándole un poco hasta que Haruka quedó totalmente piel con piel -aunque el pelirrojo seguía llevando su ropa.
— R-riiin…— gimió apoyando la cabeza en su hombro, cogiendo aire de manera un tanto apurada, ¿era posible que se sintiera tan bien? ¿Cuánta de esa resbaladiza crema había en su interior?
— Está realmente estrecho. — suspiró volviendo su rostro para poder mirarle, se acercó a su oreja y la mordió— Haru, ¿puedo moverme un poco?
Asintió revolviéndose con el leve mordisco, se estremeció sintiendo sus afilados dientes clavándose en su cuello al mismo tiempo que su propia cadera comenzaba a subir y a bajar. Deseando más de aquello optó por ayudarle, así que apoyó ambas manos en sus hombros sobre la chaqueta, sirviendo como apoyo, y comenzó a moverse, siguiendo el ritmo que el otro había marcado.
— Aaa-ah… R-riin…— el gemido se repitió con tanto movimiento, ya estaba de nuevo aferrado a su cuello mientras dejaba escapar más y más jadeos.
El pelirrojo inclinó el rostro hacia él, se encargó de robarle por completo el aliento mientras se movía; ese vaivén que Haruka tenía contra sus caderas comenzaba a volverle loco, podía asegurar que su miembro en cualquier momento estallaría, ¿cómo soportar tanto calor que ahora mismo le sofocaba? No ayudaba el hecho de seguir llevando el molesto chándal, nunca pensó que la ropa podía molestar tanto.
“Deberíamos haber ido a la cama…”, pensó chasqueando la lengua, a pesar de que la actual situación le gustaba bastante, pues no era suficiente, no lo era en absoluto, quería más; por supuesto que quería más, quería ver al otro totalmente descontrolado gimiendo sin parar su nombre, ¿habría forma de ver aquello? Bien, sólo había una forma de comprobarlo, “lo siento, Haru, quizá te duela un poco”.
No hubiera estado de más haberse disculpado en voz alta, al menor le pilló totalmente por sorpresa su siguiente movimiento: casi sin saber cómo, su espalda acabó sobre las frías y húmedas baldosas del baño, enfocó la vista viendo a Rin quitándose el oscuro chándal que hace unos momentos llevaba. Una vez despojado de cualquier prenda, se inclinó hacia él volviéndole a besar; Haru se perdió en dicho beso sintiendo cómo volvía a adueñarse de su cuerpo, una certera estocada que le sacudió por completo.
Gimió tirando con fuerza de su rojizo cabello, pudo ver de refilón la sonrisa de Rin, ¿acaso disfrutaba al escucharle gemir? Un leve rubor recorrió su rostro, era vergonzoso. Sin embargo parecía ser cierto, cuando volvió a gemir -de la misma forma gracias a la 2ª embestida- la sonrisa se repitió en sus labios. Incapaz de articular palabra alguna, Haruka se limitó a aferrarse completamente al otro, clavando las uñas en su espalda y rodeando su cintura con las piernas, impidiendo que se alejara demasiado.
De cuando en cuando podía escuchar la apurada respiración de Rin, chocando su aliento contra su oreja, ¿podía ser ese gesto TAN excitante? De nuevo su cuerpo temblaba y se retorcía a partes iguales; gemía dándole salida a todas las sensaciones que le envolvían… podía sentir los numerosos mordiscos que el pelirrojo le daba, a este paso acabaría con su cuello repleto de marcas, ¿cómo explicar su origen mañana si alguien preguntaba? No era una cuestión que le importara demasiado, todo iría bien siempre y cuando pudiera nadar, con marcas o sin ellas, eso no influía en la natación.
Lo que quizá sí iba a influir era el desenfrenado ritmo que Rin llevaba contra sus caderas, curioso que sus numerosos entrenamientos de resistencia física no se limitaban sólo a la natación; para este tipo de actividad venían igual de bien. Parpadeó mirando embelesado el rostro de Haruka, estaba tan sonrojado, no era capaz de cerrar sus labios y su mirada estaba humedecida en lágrimas, su rastro se dejaba ver por sus mejillas. Se acercó lamiendo su piel, escuchándole suspirar; si bien el ojiazul solía ser indiferente la mayoría del tiempo, ahora mostraba toda clase de sentimientos y emociones, las cuales sólo lograban hipnotizarle más y más.
— R-riiin… — lejos quedaba el tono impasible, su voz sonaba demasiado agitada ahora mismo— N-no… no pued… haaa…
— T-tienes que soltarme, Haru…
— ¿Por qué…? No quiero soltarte…— le miró esta vez confundido, arrancándole una leve risa al mayor.
— Me voy a venir… l-lo haré dentro si no me sueltas…— jadeó, Haruka hizo caso omiso de su petición.
Sus piernas aseguraron la posición, e incluso clavó con más fuerza las uñas en la piel de su espalda, dejando claro que no pensaba soltarle, ¿significaba eso que estaba bien si lo hacía? Lamentablemente no pudo pensar por mucho tiempo más, una última estocada sirvió como detonante; el primero en acabar fue el menor -gimiendo de nuevo su nombre-, y Rin le siguió instantes después, reaccionando cada centímetro de su cuerpo, parecía que una corriente eléctrica le recorría de pies a cabeza.
— Haaru…— suspiró conteniendo su peso en ambas manos, una a cada lado de su rostro, recobrando el aliento e intentando no desplomarse sobre Haruka.
Éste bajó las manos hasta apoyarlas en el pecho de Rin, luego se inclinó lo suficiente hasta besarle de manera breve, con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios. Apartó después las piernas dejando que el mayor al fin se separara, le habría encantado moverse y zambullirse en la bañera que Rin tenía a su espalda, pero todas las fuerzas que tenía parecían haber menguado. De hecho, fue el pelirrojo quién le ayudó no sólo a ponerse en pie, sino también le acompañó en su baño y le alcanzó la ropa que componía su pijama.
— Rin, — le llamó mirando cómo estiraba las sábanas de su cama— ¿somos pareja ahora? — ladeó la cabeza viéndole caer en el colchón mientras tosía apurado.
Se acercó a él preocupado y dándole palmaditas en la espalda, no entendía su reacción, ¿había algo mal? ¿Estaría enfermo?
— ¿Qué demonios…? — el pelirrojo logró incorporarse hasta quedar sentado al borde del colchón, dejando que el ojiazul se acomodara a su lado -a fin de cuentas era su cama.
— ¿No quieres?
El rostro de Rin ardió y optó por girarlo, sin duda Haru seguía siendo Haru, esa franqueza ante cualquier tema, su voz ni siquiera había temblado un poco, ¡y para él sería imposible hablar de esto sin echarse a temblar y balbucear!
— ¿Rin?
— ¡Mierda, Haru, déjame pensar un momento! — se llevó las manos al rostro, apoyando ambos codos en sus rodillas, su mente debía reflexionar al menos unos segundos, porque lo que había ocurrido en el baño debía tener una explicación, al igual que también debía tenerla el hecho de haber disfrutado tanto de dicho suceso. Sin quererlo refunfuñaba, sin llegar a entenderse lo que decía o intentaba decir.
— Rin, si quieres pensar, adelante; pero ¿podrías hacerlo en silencio?
— ¡¡Pero si has empezado tú!! ¡¿Cómo puedes preguntar eso tras haber llegado los dos TAN lejos, eh?! ¡¿No es algo obvio?!
Haruka ladeó su cabeza con esa típica expresión suya, ese gesto indiferente que tanto molestaba al otro. Comenzaba a gustarle verle refunfuñar.
— Rin, eso significa que sí seremos novios, ¿o me equivoco? — repitió.
— C-como quieras…— volvía Rin a refunfuñar.
— Ha sido romántico, ¿cierto? — una sonrisa se dejaba ver en los labios del menor— La primera vez de ambos y tan cerca del agua…
— Tú en serio tienes un problema con el agua. — se inclinó hacia él hasta besarle, observó divertido cómo las mejillas del otro se sonrojaban, así que se separó sonriendo.
— No tengo ningún problema con el agua. — se removió y se cubrió con las mantas, pareciendo una croqueta— Y buenas noches.
— Haru, sabes que no puedo dormir sin mi almohada. — se dejó caer en el colchón con las manos tras su cabeza y cerrando los ojos— Es tarde, el último tren ya ha salido… y no pienso volver caminando.
Haruka se giró despacito, primero le miró de reojo y luego profundizó la mirada, sin apartarla un segundo del rostro adormilado del mayor. Se acercó al mismo ritmo lento y acabó por acurrucarse a su lado.
— Rin, aquí no te hace falta tu almohada. — estaba totalmente sonrojado, así que ocultó el rostro contra la ropa del pelirrojo -aunque el pijama que Rin ahora llevaba era del mismo Haru.
— ¿Tú me escuchas cuando hablo? Estoy acostumbrado a abrazarla mientras duermo.
— Abrázame a mí en su lugar. — no se atrevía a mirarle, así que simplemente sujetó con la punta de los dedos la tela de su camisa— Soy tu novio, ¿no es así? Entonces abrázame, Rin.
“Estúpido hombre caballa”, pensó el pelirrojo sintiendo cómo los colores subían todos a la vez a su rostro; sus mejillas debían estar terriblemente ruborizadas. Sin embargo mandó lejos su nerviosismo y se atrevió a girar lo suficiente como para abrazar a Haru; éste volvió a acurrucarse entre sus brazos, enterrando el rostro en su pecho.
Por inercia dejó una mano en su delgada cintura y la otra se entretenía acariciando su cabello, descubriendo que aún estaba un poco húmedo.
— Buenas noches, Haru.
Sin embargo el peliazul ya dormía, totalmente arropado con la calidez que el mayor le brindaba… si su cama estuviera hecha de agua y en ella nadaran libres las caballas que luego comería, ésta sería sin duda la mejor noche de su vida. Sin embargo, y de momento se conformaba con tener a Rin abrazándole, sabiendo que cuando despertara seguiría estando en el mismo sitio.
— ¡Qué bueno que hemos visto de nuevo a Rin-chan! — sonreía el alegre Nagisa devorando el pescado, tanto el suyo como el de Rei o el de Makoto.
— La carrera ha ido genial, pero sigue siendo igual de competitivo, — el ojiverde suspiró, adiós a su caballa— en especial con Haru, ¿no?
— ¡Es el estilo de Rin-chan! — reía el rubio.
— Nagisa-kun, no me robes mi comida, tengo hambre. — le reñía el de gafas.
— Pero Rei-chan, yo también estoy hambriento.
— Eso no te da derecho a robar de MI plato. — dijo señalando los restos de su cena.
— Makoto. — ese simple llamado por parte de Haruka bastó para que su amigo le alcanzara la salsa agridulce— Gracias. — le agradeció llenando su plato de salsa, ahogando la caballa en ella antes de empezar a comerla.
— Es una estrategia para que Nagisa no le robe la comida. — explicaba Makoto sonriendo, viendo al rubio refunfuñar y a Rei anotando los datos de esa técnica secreta que usaba su sempai.
Tras un agradable rato la cena terminó y ahora estaba el grupo hablando, cómo no, de natación, tema que les entusiasmaba a todos; aunque en un momento dado el ambiente cambió por completo, y ese momento fue cuando Nagisa mostró la película que le había “robado amablemente” a un compañero de clases. Nada más y nada menos que una película erótica, aunque para desánimo del rubio, ninguno de los 3 chicos mostró interés alguno en ver el film.
— ¡¿Haaa?! ¡Pero si será divertido! — les animaba mostrándoles la carátula, bastante sugerente puesto que la mujer iba medio desnuda— ¡Es una historia de amor entre un estudiante y su profesora!
— Dudo que haya amor en esa película. — sonreía Makoto intentando calmarle.
— Yo directamente me niego a ver algo que no sea hermoso.
— Rei-chan, ¿no te parece hermoso el rostro de una mujer al gemir?
— Eso depende de muchos factores. — se sonrojó y giró el rostro mientras se acomodaba las gafas.
— ¡Rei-chan se ha puesto nervioso! ¡Eso son ya dos votos para ver la película!
— ¡¡No decidas las cosas por tu cuenta!! — le gritó ahora aún más ruborizado.
— Haru-chan, ¿podemos ver la película? — le miró casi al borde del llanto, aunque el ojiazul permaneció impasible— Ne, Haru-chan~ Haru-chan~ Haru-chan~ ¿podemos, podemos, podemos, podemos~?
— No sé yo si a Haru le gustará ese género… — respondía Makoto intentando calmar al rubio— Ah, quizá si fuera en una piscina.
Haruka desvió su mirada hacia el castaño desde que escuchó esa palabra que tanto le gustaba oír.
— Haru-sempai parecerá un fetichista del agua. — murmuró Rei ladeando su cabeza— Bueno, no es una parafilia extraña comparada a otras que existen.
— ¡Rei-chan es un pervertido! — Nagisa le señaló, tras escabullirse de los brazos de Makoto, que inútilmente pretendían dejarle sentadito para que no siguiera moviéndose de un lado a otro continuamente.
— ¿Quién es el pervertido aquí? ¡Has sido tú quién ha traído el porno!
— Parad de una vez, ya es de noche y despertaréis a los vecinos. — de nuevo era el más alto de todos el encargado de poner orden y sembrar la paz en la sala.
— Dejando a un lado la perversión de Rei-chan y volviendo al tema, — sonreía Nagisa de manera algo malvada— Haru-chan, me preocupas, ¿incluso cuando te masturbas piensas en agua y no en alguien que te guste?
— ¡Nagisa! ¡¿Qué clase de pregunta es ésa?! — le gritaron a coro Rei y Makoto, luego miraron algo asustados hacia Haruka, pero éste permanecía de lo más tranquilo en su sitio de la mesa.
— Umh… masturbación, ¿eh?
— ¡¡No puede ser!! — Nagisa corrió hacia él y sujetó sus manos— Haru-chan, ¡¿nunca lo has hecho?!
— Nagisa, que esas cosas no se preguntan…— sus voces volvieron a sonar sincronizadas, pero no podían negar esa curiosidad que les había entrado.
— Haru-chan, contesta: ¿lo has hecho o no?— insistía el rubio en el tema, mirándole convencido.
— Nunca he tenido motivos para hacerlo. — confesó mirándole con esa usual indiferencia suya marcando su rostro.
La mandíbula de los presentes casi se desencaja de pura sorpresa, en 17 años ni una sola vez había ‘jugado’ con su propio cuerpo, ¿y podía considerarse un hombre? Aunque más les hubiera sorprendido que Nanase Haruka hubiera contestado un “sí, normalmente me masturbo pensando en X persona”; sin duda Haruka cabría en la definición de una persona asexual, su único interés era la natación -al estilo libre, por supuesto.
Nagisa rió después de asimilar la respuesta y comenzó a darle toda clase de consejos referentes al mismo tema, como por ejemplo las posiciones más usuales a la hora de hacer el amor con alguien, cómo dar el beso perfecto, el mejor momento del día para dedicarse al ‘amor propio’, el movimiento de las manos sobre una erección, incluso le dejó varios pañuelos de papel por si quería practicar luego.
— Y no lo olvides, — le decía alzando su dedo índice— si piensas en quien te gusta mientras lo haces se sentirá incluso mejor, ¡te lo garantizo! — guiñó el ojo sonriendo.
— Nagisa, es aterrador que puedas dar dichos discursos…— le dijo Makoto con un tic nervioso en su ceja izquierda, aún algo en shock por todo lo que acababa de oír.
— Pero es lo normal para un adolescente, ¿no es así? Mako-chan, ¿necesitas clases de masturbación o sexo? ¿Rei-chan, quieres clases también?
— No me hace falta, ahórrate el esfuerzo. — el de gafas se negó rotundamente.
— Muchas gracias, pero por mí no te molestes. — sonreía Makoto de manera amable, negándose de la misma forma.
Los chicos se despidieron de Haruka y se fueron por donde mismo vinieron, aunque Nagisa aún se negaba a irse, diciendo que ahora Haru-chan quizá necesitaba ayuda o más consejos; sin embargo tanto Makoto como Rei lo arrastraron lejos de la casa, dándole un descanso al peliazul. Sabían ellos que en muy poco rato habían roto toda su calma.
Aunque lo peor estaba por llegar.
Porque el encontronazo que tuvieron con el mayor de los 2 hermanos Matsuoka no fue para nada premeditado, el chico simplemente corría por la zona como parte de su entrenamiento nocturno, y en su ruta se había topado con los otros 3; tras saludarse y dedicarse alguna que otra palabra, pues Nagisa dejó caer la bomba, esa bomba que rompería ya por completo la calma en Haruka.
— ¡Y gracias a mí, Haru-chan es todo un experto en la cama! Rin-chan, ¿quieres que te enseñe?
Makoto suspiró al oírle y terminó por arrastrar de nuevo a Nagisa, dejando que Rei se disculpara en su lugar con Rin debido a los comentarios del rubio; luego siguieron caminando dejando solo al pelirrojo con su cara de consecuencia en medio de la calzada.
— ¿Qué cosa dices que habéis hecho…?— se preguntó suavizando poco a poco su expresión.
Por unos segundos intentó despreocuparse y seguir su camino hasta las habitaciones de Samezuka, pero le resultó imposible, la curiosa -y estimulante- imagen de Haruka gimiendo apareció sin pedir permiso en su mente, nublando todo lo que había allí.
— ¡Aagh, maldito hombre-caballa! — con rapidez giró y se encaminó hacia esa casa que tan bien conocía, pues había ido bastantes veces de niño.
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Tras esa ráfaga de consejos e información que le dio Nagisa, Haruka se quedó unos momentos en silencio, ordenando cada idea en su cabeza, era bastante información nueva la que acababa de recibir: diferentes posturas sexuales -a cada cual más extraña-, había aprendido que se debía respirar por la nariz si se está en medio de un apasionado beso, o que la masturbación con ambas manos se sentía bien, pero que llegaba a resultar más placentera si sabías qué parte tocar…
Suspiró, le interesaba muchísimo más dónde se abrirían antes las piscinas que todas esas cosas sobre sexo, ¿de qué servirían si ni siquiera tenía pareja?
— Pareja. — con ese concepto se metió en la bañera, ese tipo de cosas se hacían mejor en pareja, ¿cierto? Miró hacia abajo, observando curioso, ¿pasaría algo malo si lo intentaba?
Asintió convencido con la cabeza, hoy mismo le habían dado toda una argumentada charla sobre el amor propio, o así lo llamaba Nagisa. Soltó el aire en un suspiro armándose de valor para poder comenzar, lo 1º era librarse del bañador que llevaba.
— Una pena, es de mis favoritos…— murmuraba dejando fuera la prenda. Estuvo unos buenos segundos simplemente sintiendo el agua recorrer por completo su cuerpo, sin ropa de por medio.
Movió luego sus manos, aunque no tenía idea de por dónde empezar; bueno, lo lógico era ir a su entrepierna y una vez allí comenzar a moverse, así que hacia esa zona fue su valiente mano derecha, mientras que la izquierda se quedó cómodamente apoyada en el borde de la bañera… pero pese a su empeño, aquello no pareció funcionar, el calorcillo que empezaba a sentir era algo agradable pero poco más. Recordó entonces lo que el rubio le había dicho: “si piensas en quién te gusta mientras lo haces se sentirá incluso mejor.”
— Quién me gusta…— repitió el concepto deteniendo el movimiento de su mano derecha, ¿había alguien así en su vida? Bueno, ya iba siendo hora de descubrirlo.
Cerró sus ojos echando hacia atrás la cabeza, apoyando su espalda en la parte trasera de la bañera, buscando la posición más cómoda. Por su mente pasaron imágenes de todo aquél al que conocía, hombre o mujer… de esta forma pensó en Makoto, en Rei, en Nagisa, en Gou, e incluso en sus profesores o profesoras.
Bajó de nuevo la vista, esta vez un tanto molesto, no había ninguna reacción por parte de su cuerpo, se supone que precisamente un músculo debía ir “despertando” ahora, ¿no? ¿Qué era lo que no cuadraba? ¿En qué fallaba?
— ¡Haru! ¿Estás ya dormido? — una voz más que conocida llegó a su cabeza.
— Rin.
Eso podía ser, no había pensado en él, no perdía nada por probar; cerró sus ojos acomodándose en la bañera y dejando viajar por 2ª vez a su mano derecha. Con suavidad envolvió la base de miembro para después subir un poco hasta la punta, bajando, subiendo, bajando, subiendo… el proceso era bastante sencillo.
— Rin…— murmuró su nombre, ¿estaría bien pensar que fuera él quién se lo hacía? ¿Podía fantasear con la idea de que era su mano quién ahora le masturbaba? — Umh…— no sonaba nada mal, al contrario, ese pensamiento empezaba a gustarle.
— Haru, ¿te estás bañando a estas horas? — de nuevo esa voz, SU voz, resonando por sus oídos.
— R-Rin…— un suspiro, eso fue lo que escapó de sus labios; no tenía claro el por qué, pero necesitaba que su mano se moviera más rápido, ya sus piernas habían comenzado a retorcerse e incluso había inclinado su espalda, esto se sentía realmente bien.
— Y de verdad te estás bañando, lo tuyo ya es grave, ¿eh?
Haruka espabiló de golpe, ¿no sonaba como que muy cerca la voz del otro? Detuvo a regañadientes el estimulante movimiento que hacía su mano derecha y giró la cabeza.
— ¿Rin? — se quedó sorprendido al verle a unos pasos de distancia, ¿qué hacía aquí?
— Puedo esperar a que termines de bañarte, tranquilo. — murmuró dándose la vuelta, no iba a quedarse ahí viendo a Haru bañarse -y no porque no quisiera hacerlo, desde luego, en este caso la educación era más importante que sus deseos.
Sin embargo el ojiazul reaccionó a tiempo, salió casi a trompicones de la bañera corriendo hacia él, dándose cuenta entonces de lo mucho que le costaba caminar. Es más, tuvo que agradecer que Rin no hubiera retrocedido demasiado o hubiera acabado en el suelo, se aferró a su hombro para no caer.
— ¿Haru? — giró un poco el rostro, el menor había quedado a su espalda— Mi ropa está empapada en sudor, ¿sabes?
— R-rin…— esta vez se preocupó, todo su cuerpo estaba temblando, rogando porque le siguiera acariciando de aquella manera— R-rin… — sin embargo su voz no salía, apenas llegaba a murmurar el nombre del pelirrojo.
— ¿Estás bien? — le preguntó, pues era bien extraño que la voz de Haruka temblara.
— Rin…— logró normalizar su respiración con el paso de los segundos, pero seguía sin poder mover sus piernas— ¿Puedo… pedirte una cosa?
— ¿Qué pasa? — suspiró, esto no estaba siendo para nada normal.
— ¿Podrías masturbarme?
Y eso ya rompía todos los límites de las situaciones que se pudieran catalogar como ‘normales y corrientes’. Para empezar tenía a un hiperventilado Haruka a su espalda, desnudo, sujetando con tanta fuerza su hombro derecho que temía por el estado de su omóplato; y por otro lado estaba él, con una muy elegante ropa que consistía en un chándal, ya bastante sudado debido al buen rato que llevaba corriendo bajo la noche. No iba a negar que un baño sí aceptaría, más que nada para sofocar el calor que sentía desde hace rato, pero… ¿acaso el baño incluía la masturbación?
Se sonrojó negando una y otra vez con la cabeza, intentando mantener la calma.
— Es una broma, ¿no? — pudo decir sin que su voz se tambaleara.
Haruka no contestó, sólo dejó que su rostro se apoyara en la espalda del mayor, movió con algo de miedo sus manos hasta que logró sujetar la muñeca derecha de Rin; con el mismo ritmo pausado la movió hasta que quedó cerca de su entrepierna, un leve movimiento de cadera y los largos dedos del pelirrojo tocaron directamente el músculo más sensible de toda su anatomía, arrancándole otro suspiro.
— ¡¡Ha-Haruka…!!— alarmado retiró su mano y se separó girándose, mirando por primera vez al otro de frente. Se ruborizó a un ritmo peligrosamente acelerado, vaya una vista era ésa — ¿Q-q-qué rayos hacías tú en la bañera…?
— Me masturbaba, estoy aprendiendo. — contestó con sinceridad, pero para nada avergonzado, de hecho su expresión seguía siendo la misma: indiferente.
Esa mueca carente de cualquier sentimiento hizo que Rin se molestara, ¿cómo podía hacerlo?
— Por el amor de…— suspiró llevándose la mano a su frente— Estás duro, al menos ten un poco de emoción con eso, ¿quieres?
— ¿Emoción? ¿Cómo cuál? — se acercó tambaleante a él, pero el mayor retrocedía, hasta que se vio acorralado: a su espalda, los azulejos del baño y frente a él, Haru— ¿Qué expresión pones tú cuando te masturbas?
— ¡¿C-cómo quieres que lo sepa?! — se sonrojó incluso más— ¡¡No lo hago frente a un espejo!!
Sin darse cuenta acababa de afirmar que sí lo hacía, pero no frente a esa superficie reflectante; mensaje que le llegó claro a Haruka.
— Entonces, ¿puedes masturbarte ahora? — le preguntó como quién pregunta la hora— Quiero ver tu expresión mientras lo haces, Rin.
— Tú has bebido o algo, ¿verdad? — el sudor frío caía por su espalda, ¿por qué le parecía el ojiazul tan intimidante ahora mismo?
— Si no quieres, puedo hacerlo yo, te he dicho que estoy aprendiendo. — le decía llevando sus manos a su pantalón, no le costó esfuerzo colarse bajo él y palpar su ropa interior— Estás bañado en sudor, Rin. — retiró una de sus manos, viendo en ella pequeños rastros del cristalino sudor que se acumulaba por la ingle del mayor.
Lleno de curiosidad se llevó el dedo índice a la boca para, de alguna manera, probar el salado sabor del Matsuoka… le gustó, o al menos no le desagradó en absoluto. Miró aun curioso al otro, y se confundió un poco viendo su rostro tan terriblemente sonrojado.
— ¿Te pasa algo, Rin?
— ¡¿Y TIENES LAS SANTAS PELOTAS DE PREGUNTAR QUÉ ME PASA?! — estalló— ¡¡Joder, sólo mira dónde tienes tu mano!! ¡Y no sólo eso, sino que te pones a lamer mi sudor!! ¡¿Pero tú sabes lo raro que es eso?!
— ¿De verdad lo es?
— ¡¡Claro que lo es, maldición!!
— Ya veo. — bajó un poco la mirada pensativo, tras unos segundos aclarando ideas le volvió a mirar a los ojos— ¿Puedo entonces masturbarte sin probar tu sudor?
Rin soltó un MUY largo suspiro a la vez que murmuraba un sinfín de palabras, apenas lograba entenderse lo que decía; desplomó su rostro en el hombro del menor, rodeó su cintura con los brazos hasta que pudo abrazarle, pegándole del todo a él.
— ¿Rin? — sin habla se quedó por el abrazo… el cuerpo del otro era demasiado cálido, ¿era bueno que le gustara estar de esta forma entre sus brazos?
— Cállate, has empezado tú. —refunfuñó apretándole con algo más de fuerza pero sin asfixiarle, soltó un pequeño suspiro cuando su entrepierna se pegó a la de Haruka; ese gesto era demasiado íntimo.
— No me has contestado. — le dijo el menor dejándose abrazar, descubriendo sensaciones nuevas en este abrazo.
“¿Qué te habrá dado a ti hoy?”, pensó Rin volviendo a suspirar; se separó para poder mirarle a los ojos, podía ver la curiosidad resplandeciendo en ellos… al fin veía algo de emoción en su rostro, ¿habría forma de ver más? Bajó la mirada por su esbelto cuerpo, prestando especial atención a cierto músculo, más que animado y despierto. Supo entonces que sí había forma de ver más de Haruka, ver más de sus expresiones.
En primer lugar le giró, quedando esta vez Haru acorralado entre su cuerpo y los azulejos de la pared. Su sonrisa creció viendo cómo el rostro del menor se sorprendía debido al repentino movimiento, al fin iban cambiando las tornas en la situación.
— Para estar aprendiendo, — decía Rin acercándose al otro, su mano izquierda servía de apoyo en los brillantes azulejos, impidiendo que Haruka huyera— parece que lo haces bien. Esto está bastante animado ahora, ¿no crees? — llevó su mano derecha hasta el miembro del menor, picoteándolo un poco— ¿Pensabas en alguien mientras lo hacías?
— Rin…— suspiró, ahora los dedos del pelirrojo rodeaban su erección empezando a masajearla de una manera tan lenta como placentera.
— ¿Umh? Dime.
— D-digo que pensaba en Rin…— volvió a suspirar— Pensaba en ti mientras lo hacía.
La mandíbula del mayor casi se desencaja al escuchar su respuesta, y un agradable escalofrío le recorrió la espalda de arriba abajo; le gustaba bastante la idea de que Haru pensara en él precisamente cuando se masturbaba, de hecho, una sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labio, “vale, esto no puede ser normal”, pensó sin poder borrar esa sonrisilla.
— Es bueno saberlo. — dijo fingiendo estar tranquilo mientras avanzaba hasta el cuello del ojiazul. Separó sus labios plantando en su piel un pequeño mordisco, luego deslizó lentamente su lengua por allí, disfrutando su sabor.
— R-riin…— Haruka jadeó, subió sus manos hasta los hombros del mayor para no caerse, incluso aunque su espalda estaba contra los azulejos sospechaba que se podría caer debido al continuo temblor de sus piernas.
Rin sonrió subiendo su lengua hasta llegar a la oreja del menor, mordisqueando su lóbulo o lamiéndola, dejando al mismo tiempo que su mano derecha apurara el ritmo de sus movimientos por su erección; comenzando a masturbarle más rápidamente esta vez.
— E-esper- ¡aaah! … R-riin…— volvió a jadear con voz acelerada aferrándose a su ropa, le clavaba incluso las uñas, confiando en no rasgar la tela del chándal.
— ¿Se siente bien? — preguntaba el pelirrojo sin molestarse en disimular la sonrisa que cursaba sus labios— Dime Haru, ¿voy bien? — le preguntó sonriendo mientras mordía su mentón, mirando en todo momento el rostro del ojiazul.
— S-se siente m-muy bien…— suspiró con un fuerte escalofrío recorriendo su espalda— Aaah…
— Puedo hacer que se sienta mejor. — murmuró yendo hacia la boca del contrario.
El besó que plantó en sus labios apenas fue tierno los primeros segundos, más tarde el ansia pareció dominarle y se encargó de devorarle, exploraba sin descanso cada rincón de la cavidad con su inquieta lengua; jugando de cuando en cuando con la de Haru o escuchando los pequeños suspiros que se ahogaban en el beso.
Se encontraba abrumado en ese pasional beso cuando sintió el cuerpo del menor estremecerse por completo, además que sus uñas se clavaban con fuerza en su nuca, “se va a venir, ¿cierto?”, pensaba separándose muy poco a poco de esos tentadores labios, quién le iba a decir que disfrutaría tanto de sólo besarle. Su predicción fue acertada y Haruka soltó un profundo jadeo que hizo a todo su vello erizarse, Rin supo que cada poro de su cuerpo había reaccionado frente a aquella voz.
— Haa… Rin…— desplomó su cabeza en el hombro del otro, relajando un poco sus dedos, bajando sus manos hasta apoyarlas en la tonificada espalda del Matsuoka. Incluso sobre la ropa podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.
— Parece que lo has disfrutado. — le dijo con una risita mientras le miraba.
Sin habla se quedó sintiendo cómo le devolvía el beso de la misma forma, ahora era la lengua de Haruka la que llevaba la batuta en esa danza que tenía con la del mayor. Éste acabó por morderle, escuchando su suspiro, para terminar el beso.
— ¿Rin…?
— Me parece que tendré que usar tu ducha. — murmuró rascándose la mejilla, claro que con la mano izquierda, en su derecha estaban los restos de una delatadora sustancia blanquecina— Quiero decir, es imposible que regrese así…— se sonrojó girando el rostro.
Fue Haru quién agachó la mirada, observando lleno de curiosidad un sospechoso bulto que había nacido entre las piernas del mayor. Movió su mano hasta apretarlo un poco, escuchando el suspiro junto a los insultos que Rin soltó en respuesta; el ojiazul tuvo que reír un poco al oírle, parecía que su gesto le había sorprendido.
— Rin, — le miró convencido— ¿me dejas ayudarte con eso? — preguntó inclinándose hacia sus labios, había descubierto que sus besos le robaban por completo el aliento, pero le encantaba, no tenía muy claro el por qué, pero quería besar más y más al mayor de los dos.
— Eso en parte es culpa tuya…— refunfuñó chasqueando la lengua, de nuevo volvía a avergonzarse ante la franqueza de Haruka, ¿cómo podía mantener la calma en este tipo de situación?
— Nagisa me ha dicho que puede hacerse con la boca o con las manos, — decía mirando directamente sus ojos— ¿qué prefieres, Rin? ¿Cómo quieres que lo haga?
El rostro del pelirrojo se sonrojó ahora por completo, Nanase parecía más que decidido a hacer lo que fuera que le pidiera, ¿iba en serio? Él había venido picado por la curiosidad pero, ¿qué estaba pasando entre ellos? O peor aún, ¿qué iba a pasar ahora?
No pudo hallar una respuesta, su mente quedó en blanco sintiendo algo muy húmedo lamer con calma su ropa interior. Se atrevió a bajar la mirada para ver a Haruka arrodillado frente a él, bastante entretenido en lo que hacía.
— Rin, estás duro. — deslizó lentamente sus bóxers por sus muslos, dejando al descubierto la erección del mayor; un pequeño rubor llegó a sus mejillas, pero sólo por eso no se iba a detener.
Se acercó y comenzó a lamerla con calma, pues no tenía prisa, empezaba en la base para luego ir subiendo por toda su extensión, saboreando el músculo y dejando un pequeño camino de saliva por donde iba su lengua. Claro que tanto estímulo en precisamente ESA parte de su cuerpo le arrancaba más de un jadeo a Rin, ya empezaba a retorcerse y optó por apoyar ambas manos en las baldosas de la pared, dejando sobre ellas su cabeza.
Haruka volvió a moverse, esta vez separó lo suficiente sus labios como para poder engullir la cabeza de aquel músculo tan importante. No tenía nada claro qué hacer ahora, así que se guió por pura intuición masculina comenzando a tragar más y más, teniendo ahora en su boca el miembro del otro, o al menos la mayoría, aunque quisiera le era imposible “comerlo” todo, su boca no era tan grande. Se decidió ahora por moverse un poco, primero hacia atrás y luego volviendo a succionar a la vez que movía tímidamente su lengua, lamiendo la ardiente piel del otro.
— Ha-Haaruu…
El menor se estremeció de arriba a abajo escuchando tan estimulante gemido, se armó de confianza repitiendo sus movimientos ahora con más soltura. Parecía que aquello a Rin le gustaba, Haruka podía sentir sus leves sacudidas e incluso sentía cómo su miembro palpitaba en el interior de su boca. Cerró los ojos ahogándose entre las nuevas sensaciones que estaba experimentando, notaba que su propio miembro volvía a reaccionar, ¿le excitaba hacer esto? Con su mano salió de dudas, entre sus piernas había vuelto a crecer otra erección; su gemido se ahogó en su garganta mientras se acariciaba a sí mismo con una mano a la vez que seguía moviendo sin descanso su boca. Sin duda esto le gustaba, debía admitirlo.
— Haru… t-tienes que apartarte ahora…— Rin le intentaba avisar sujetando su cabello, aunque sin mucha fuerza en su agarre, todo su cuerpo temblaba.
— ¿Pwor quwé? — le preguntó alzando la mirada, pero con su boca aún ocupada— ¿Nwo lo hwago bwien?
— N-no hables…— jadeó, ahora Haruka le había mordido— M-mierda… n-no hables con e-eeso en la bocaa…— chasqueó la lengua sujetando con más fuerza su alborotado cabello— H-haaru… e-en serio, apa-aártatee…
— Nwo quierwo. — refunfuñó igual que un niño haciendo algo más bruscos sus movimientos.
Aquello pareció ser la guinda final, pues el pelirrojo gimió más agitado esta vez segundos antes de acabar irremediablemente entre los labios del menor. Se dejó caer sobre sus rodillas frente al otro, se acomodó estirando sus piernas mirando su rostro y sonrojándose al instante, había varias manchas blancas por sus mejillas.
GLUP.
Todo el rostro de Rin enrojeció al escuchar dicho sonido, viendo cómo algo bajaba por la garganta del ojiazul… sabiendo lo que era.
— ¡¡Haru!! — le miró alterado— ¡¿Por qué lo has tragado?!
Haruka se alzó de hombros volviendo a relamer sus labios, no podía decir que le hubiera disgustado su sabor; además, ver esa expresión que el mayor le mostraba… eso lograba que mereciera la pena cualquier esfuerzo. Se deslizó hacia él rodeando su cuello con las manos, quedando arrodillado sobre sus piernas.
— El sabor de Rin…— murmuró mirándole de frente— No es tan bueno como la caballa, pero me gusta.
— No compares ESO con un pescado. — alzó una ceja, volvió a chasquear la lengua limpiando el rostro de Haruka con la manga de su chaqueta— Lo tienes por toda la cara…
— Eso es porque salió un montón, Rin, no pude con todo, lo siento. — decía dejando que el otro le limpiara.
— N-no te disculpes, idiota. — refunfuñó sin poder borrar el sonrojo de sus mejillas, tras unos segundos acabó y miró los ojos del otro, ¿siempre habían sido tan brillantes?
Se acercó sujetando su mentón hasta volverle a besar, al igual que antes, comenzó siendo un beso tierno -e incluso tímido-, y se volvió uno más pasional con el paso del tiempo; sus manos habían bajado hasta la baja espalda de Haruka, descansaban allí acariciando su piel. Mientras que los dedos del menor volvían a enroscarse con varios de sus rojizos mechones, impidiendo que se alejara un solo centímetro de donde ahora estaba. El beso terminó, pero le siguieron otros tantos igual de fogosos, quizá era ahora donde sus sentimientos cobraban forma y representación, pues el aliento le faltaba a ambos; cualquier resquicio de oxígeno que hubiera en sus pulmones era robado por el contrario sin un mínimo de esfuerzo.
— Rin…— el ojiazul hablaba regulando poco a poco su agitada respiración— Tengo una erección de nuevo, ¿podrías masturbarme otra vez? Se volverá doloroso si no lo soluciono.
— Tienes un don para matar el ambiente, Haru. — le dijo entre suspiros.
— Pero…
— Ya, ya, ya te oí, no te preocupes. — refunfuñaba Rin mirando de un lado a otro, logró encontrar lo que buscaba, estiró el brazo cogiendo el bote de crema hidratante. Lo abrió bajo la mirada confundida del otro— Umh, avísame si te duele… o algo así, ¿vale?
Murmuró dejando que Haruka se acomodara, aun de rodillas en su regazo, y rodeando su cuello con sus brazos, sujetando incluso varios de sus rojizos mechones. Llegó a tirar de ellos sintiendo el primer dedo ajeno jugueteando por su entrada, agradecía el detalle de la crema hidratante -parecía que gracias a eso podía deslizarse mejor en tan íntima zona. Su cuerpo entero se sacudió cuando ese largo visitante comenzó a moverse en su interior, optó por aferrarse por completo al otro, incapaz de controlar los pequeños saltitos o sacudidas que daba.
— ¿Te duele? — le preguntó Rin acentuando el movimiento de sus dedos, ya eran dos los que bailaban en el interior del menor.
Haru negó con la cabeza sin despegar su rostro del cuello del pelirrojo; llegaba a morder su piel o clavarle las uñas a medida que sus dedos se seguían moviendo, haciendo hueco en su interior para lo que después ocurriría, había comprobado hace unos minutos la dureza de Rin, sabía que le debía preparar bastante para lo siguiente. El tercer dedo, bien embadurnado en la crema hidratante, se hizo presente; arrancándole un jadeo, volvió a retorcerse intentando acostumbrarse a dicha intromisión. No era como si le doliera, pero sí que le resultaba bastante extraño, ¿y cómo no cuando tenía dentro de él 3 dedos ajenos?
— Hey, ¿qué tal? — Rin alternaba entre una mano y otra, asegurándose de preparar correctamente al menor. Suponía que cuanto mejor se hiciera ahora, mejor se sentiría después; y tampoco quería lastimar a Haru.
— E-es raro…— jadeó volviendo a retorcerse, qué largos le parecían ahora los dedos del pelirrojo— P-pero está bien…
— Si tú lo dices. — murmuró aun sin convencerse del todo.
— Ungh…— la respuesta de Haruka fue un leve quejido, acompañado de varios jadeos. Poco a poco, la molestia se iba.
— Haru, cuesta mucho mantener la calma cuando te pones a gemir a mi oído, ¿sabes? — advertía el pelirrojo intentando concentrarse en lo que hacía.
— P-peero… R-riin… tus d-dedos… — continuaban sus jadeos, aun aferrado al mayor— S-se siente b-bien…
“Es demasiado excitante”, pensó Rin apartando sus manos, le echó un rápido vistazo al rostro del ojiazul. Ésta era la primera vez que veía en él esa expresión, la cual mezclaba nerviosismo y deseo a partes iguales.
— ¿Puedo entrar ya…?— preguntó relamiendo sus labios, su cerebro empezaba a asimilar lo que ocurría.
Haru asintió con la cabeza un tanto avergonzado, dándole vía libre para hacer lo que quisiera; Rin primero sujetó sus caderas y luego las movió hacia abajo, logrando que su erección acariciara una zona tan íntima como aquélla. Apretó los labios intentando no jadear sintiendo que muy poco a poco un duro músculo de su cuerpo comenzaba a abrirse camino en el interior del menor. Éste jadeaba a medida que iba avanzando en su camino, se mordió con fuerza el labio inferior intentando acallar su voz por alguna de las maneras; le avergonzaba bastante cómo sonaba ahora mismo.
Por su parte, Rin había echado hacia atrás su cabeza, soltando algún suspiro a medida que el ojiazul se iba moviendo sobre su cadera; cada vez iba llegando más y más profundo en él. Sin quererlo clavó sus uñas en los muslos del otro, empujándole un poco hasta que Haruka quedó totalmente piel con piel -aunque el pelirrojo seguía llevando su ropa.
— R-riiin…— gimió apoyando la cabeza en su hombro, cogiendo aire de manera un tanto apurada, ¿era posible que se sintiera tan bien? ¿Cuánta de esa resbaladiza crema había en su interior?
— Está realmente estrecho. — suspiró volviendo su rostro para poder mirarle, se acercó a su oreja y la mordió— Haru, ¿puedo moverme un poco?
Asintió revolviéndose con el leve mordisco, se estremeció sintiendo sus afilados dientes clavándose en su cuello al mismo tiempo que su propia cadera comenzaba a subir y a bajar. Deseando más de aquello optó por ayudarle, así que apoyó ambas manos en sus hombros sobre la chaqueta, sirviendo como apoyo, y comenzó a moverse, siguiendo el ritmo que el otro había marcado.
— Aaa-ah… R-riin…— el gemido se repitió con tanto movimiento, ya estaba de nuevo aferrado a su cuello mientras dejaba escapar más y más jadeos.
El pelirrojo inclinó el rostro hacia él, se encargó de robarle por completo el aliento mientras se movía; ese vaivén que Haruka tenía contra sus caderas comenzaba a volverle loco, podía asegurar que su miembro en cualquier momento estallaría, ¿cómo soportar tanto calor que ahora mismo le sofocaba? No ayudaba el hecho de seguir llevando el molesto chándal, nunca pensó que la ropa podía molestar tanto.
“Deberíamos haber ido a la cama…”, pensó chasqueando la lengua, a pesar de que la actual situación le gustaba bastante, pues no era suficiente, no lo era en absoluto, quería más; por supuesto que quería más, quería ver al otro totalmente descontrolado gimiendo sin parar su nombre, ¿habría forma de ver aquello? Bien, sólo había una forma de comprobarlo, “lo siento, Haru, quizá te duela un poco”.
No hubiera estado de más haberse disculpado en voz alta, al menor le pilló totalmente por sorpresa su siguiente movimiento: casi sin saber cómo, su espalda acabó sobre las frías y húmedas baldosas del baño, enfocó la vista viendo a Rin quitándose el oscuro chándal que hace unos momentos llevaba. Una vez despojado de cualquier prenda, se inclinó hacia él volviéndole a besar; Haru se perdió en dicho beso sintiendo cómo volvía a adueñarse de su cuerpo, una certera estocada que le sacudió por completo.
Gimió tirando con fuerza de su rojizo cabello, pudo ver de refilón la sonrisa de Rin, ¿acaso disfrutaba al escucharle gemir? Un leve rubor recorrió su rostro, era vergonzoso. Sin embargo parecía ser cierto, cuando volvió a gemir -de la misma forma gracias a la 2ª embestida- la sonrisa se repitió en sus labios. Incapaz de articular palabra alguna, Haruka se limitó a aferrarse completamente al otro, clavando las uñas en su espalda y rodeando su cintura con las piernas, impidiendo que se alejara demasiado.
De cuando en cuando podía escuchar la apurada respiración de Rin, chocando su aliento contra su oreja, ¿podía ser ese gesto TAN excitante? De nuevo su cuerpo temblaba y se retorcía a partes iguales; gemía dándole salida a todas las sensaciones que le envolvían… podía sentir los numerosos mordiscos que el pelirrojo le daba, a este paso acabaría con su cuello repleto de marcas, ¿cómo explicar su origen mañana si alguien preguntaba? No era una cuestión que le importara demasiado, todo iría bien siempre y cuando pudiera nadar, con marcas o sin ellas, eso no influía en la natación.
Lo que quizá sí iba a influir era el desenfrenado ritmo que Rin llevaba contra sus caderas, curioso que sus numerosos entrenamientos de resistencia física no se limitaban sólo a la natación; para este tipo de actividad venían igual de bien. Parpadeó mirando embelesado el rostro de Haruka, estaba tan sonrojado, no era capaz de cerrar sus labios y su mirada estaba humedecida en lágrimas, su rastro se dejaba ver por sus mejillas. Se acercó lamiendo su piel, escuchándole suspirar; si bien el ojiazul solía ser indiferente la mayoría del tiempo, ahora mostraba toda clase de sentimientos y emociones, las cuales sólo lograban hipnotizarle más y más.
— R-riiin… — lejos quedaba el tono impasible, su voz sonaba demasiado agitada ahora mismo— N-no… no pued… haaa…
— T-tienes que soltarme, Haru…
— ¿Por qué…? No quiero soltarte…— le miró esta vez confundido, arrancándole una leve risa al mayor.
— Me voy a venir… l-lo haré dentro si no me sueltas…— jadeó, Haruka hizo caso omiso de su petición.
Sus piernas aseguraron la posición, e incluso clavó con más fuerza las uñas en la piel de su espalda, dejando claro que no pensaba soltarle, ¿significaba eso que estaba bien si lo hacía? Lamentablemente no pudo pensar por mucho tiempo más, una última estocada sirvió como detonante; el primero en acabar fue el menor -gimiendo de nuevo su nombre-, y Rin le siguió instantes después, reaccionando cada centímetro de su cuerpo, parecía que una corriente eléctrica le recorría de pies a cabeza.
— Haaru…— suspiró conteniendo su peso en ambas manos, una a cada lado de su rostro, recobrando el aliento e intentando no desplomarse sobre Haruka.
Éste bajó las manos hasta apoyarlas en el pecho de Rin, luego se inclinó lo suficiente hasta besarle de manera breve, con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios. Apartó después las piernas dejando que el mayor al fin se separara, le habría encantado moverse y zambullirse en la bañera que Rin tenía a su espalda, pero todas las fuerzas que tenía parecían haber menguado. De hecho, fue el pelirrojo quién le ayudó no sólo a ponerse en pie, sino también le acompañó en su baño y le alcanzó la ropa que componía su pijama.
— Rin, — le llamó mirando cómo estiraba las sábanas de su cama— ¿somos pareja ahora? — ladeó la cabeza viéndole caer en el colchón mientras tosía apurado.
Se acercó a él preocupado y dándole palmaditas en la espalda, no entendía su reacción, ¿había algo mal? ¿Estaría enfermo?
— ¿Qué demonios…? — el pelirrojo logró incorporarse hasta quedar sentado al borde del colchón, dejando que el ojiazul se acomodara a su lado -a fin de cuentas era su cama.
— ¿No quieres?
El rostro de Rin ardió y optó por girarlo, sin duda Haru seguía siendo Haru, esa franqueza ante cualquier tema, su voz ni siquiera había temblado un poco, ¡y para él sería imposible hablar de esto sin echarse a temblar y balbucear!
— ¿Rin?
— ¡Mierda, Haru, déjame pensar un momento! — se llevó las manos al rostro, apoyando ambos codos en sus rodillas, su mente debía reflexionar al menos unos segundos, porque lo que había ocurrido en el baño debía tener una explicación, al igual que también debía tenerla el hecho de haber disfrutado tanto de dicho suceso. Sin quererlo refunfuñaba, sin llegar a entenderse lo que decía o intentaba decir.
— Rin, si quieres pensar, adelante; pero ¿podrías hacerlo en silencio?
— ¡¡Pero si has empezado tú!! ¡¿Cómo puedes preguntar eso tras haber llegado los dos TAN lejos, eh?! ¡¿No es algo obvio?!
Haruka ladeó su cabeza con esa típica expresión suya, ese gesto indiferente que tanto molestaba al otro. Comenzaba a gustarle verle refunfuñar.
— Rin, eso significa que sí seremos novios, ¿o me equivoco? — repitió.
— C-como quieras…— volvía Rin a refunfuñar.
— Ha sido romántico, ¿cierto? — una sonrisa se dejaba ver en los labios del menor— La primera vez de ambos y tan cerca del agua…
— Tú en serio tienes un problema con el agua. — se inclinó hacia él hasta besarle, observó divertido cómo las mejillas del otro se sonrojaban, así que se separó sonriendo.
— No tengo ningún problema con el agua. — se removió y se cubrió con las mantas, pareciendo una croqueta— Y buenas noches.
— Haru, sabes que no puedo dormir sin mi almohada. — se dejó caer en el colchón con las manos tras su cabeza y cerrando los ojos— Es tarde, el último tren ya ha salido… y no pienso volver caminando.
Haruka se giró despacito, primero le miró de reojo y luego profundizó la mirada, sin apartarla un segundo del rostro adormilado del mayor. Se acercó al mismo ritmo lento y acabó por acurrucarse a su lado.
— Rin, aquí no te hace falta tu almohada. — estaba totalmente sonrojado, así que ocultó el rostro contra la ropa del pelirrojo -aunque el pijama que Rin ahora llevaba era del mismo Haru.
— ¿Tú me escuchas cuando hablo? Estoy acostumbrado a abrazarla mientras duermo.
— Abrázame a mí en su lugar. — no se atrevía a mirarle, así que simplemente sujetó con la punta de los dedos la tela de su camisa— Soy tu novio, ¿no es así? Entonces abrázame, Rin.
“Estúpido hombre caballa”, pensó el pelirrojo sintiendo cómo los colores subían todos a la vez a su rostro; sus mejillas debían estar terriblemente ruborizadas. Sin embargo mandó lejos su nerviosismo y se atrevió a girar lo suficiente como para abrazar a Haru; éste volvió a acurrucarse entre sus brazos, enterrando el rostro en su pecho.
Por inercia dejó una mano en su delgada cintura y la otra se entretenía acariciando su cabello, descubriendo que aún estaba un poco húmedo.
— Buenas noches, Haru.
Sin embargo el peliazul ya dormía, totalmente arropado con la calidez que el mayor le brindaba… si su cama estuviera hecha de agua y en ella nadaran libres las caballas que luego comería, ésta sería sin duda la mejor noche de su vida. Sin embargo, y de momento se conformaba con tener a Rin abrazándole, sabiendo que cuando despertara seguiría estando en el mismo sitio.
:)
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