♥ Mi Capitán. ♥
Cuando desperté y comencé a moverme sentí tu peso sobre mi cuerpo, y al recordar la noche anterior un fuerte sonrojo se apodero de mi cara.
Me levante de un salto, tirándote al suelo del lado opuesto de la cama, al que baje.
- Oi Zoro… - te quejaste sujetando tu cabeza - ¿Por qué te levantas así?
Me recompuse lo mejor que pude antes de que me miraras y recogí mis cosas de donde las habías arrojado la noche anterior dispuesto a irme, pero tu mano de goma se alargo y sujeto mi muñeca derecha para impedirme abrir la puerta.
- No te vayas – ordenaste, con ese tono tuyo al que no puedo negarle nada.
Suspire al darme por vencido, es imposible ir en contra de tu voluntad. Esa es la razón por la que me uní a tu tripulación, la razón por la que hago siempre todo lo que dices por más estúpido o descabellado que parezca.
Simplemente no puedo oponerme a ti.
Te acercas de manera amenazante, y aunque lo deseo, no retrocedo ni un paso. Me quedo quieto, esperando a que me alcances y siento como tus manos rodean mi cuello para acercar nuestros rostros. Ni siquiera opongo resistencia, al contrario, abro mis labios para que tengas total acceso a ellos. A estas alturas me parece estupido tratar de resistirme, después de todo, siempre haz tenido un magnetismo innato.
Nuestras bocas se unen y tu lengua y la mía se enredan en una danza que siempre hace que se me doblen las rodillas. ¿Dónde diablos aprendiste a besar así?
Tu lengua acaricia mi garganta y se me escapa un gemido antes de poder intentar reprimirlo. Te miro nervioso, te conozco demasiado bien y se que eso te enciende. Pero no me retiro, al contrario, me acerco a tu cuerpo y rodeo tu delgado cuerpo. Es entonces cuanto siento tus ganas contra las mías, y antes de darme cuenta como, me llevas hasta la cama y rompes el beso para verme de manera seductora con esa amplia sonrisa que siempre te a caracterizado.
- Que bueno que no te di tiempo de vestirte, jijijiji…
Tú comentario me hace sonrojarme, siempre dices alguna estupidez así.
- ¡Serás…!
Pero no me das tiempo de darte el golpe que te mereces, te posas sobre mí, lames mi pecho y jugueteas con mis pezones. Eso me vuelve loco, y lo sabes. El placer me sobrepasa, y eso que apenas estas comenzando.
Trato de reprimir los jadeos, pero no puedo, no me das oportunidad, no me lo permites.
- Quiero oírte – anuncias al tiempo que bajas por mi vientre, hacia mi parte mas sensible -, no los reprimas – concluyes dejando que tu aliento acaricie mi miembro y haciendo que mi espalda se arqueé y un desesperado jadeo salga de mis labios.
Ya no los detengo, como lo has pedido, te complazco.
Tus manos siguen en mis pezones mientras tu boca ha comenzado a jugar con mi erección. Comienzo a retorcerme y sujeto con fuerza las sabanas, manteniendo las manos a mis costados.
Me vuelves loco.
- Mas… - jadeo ansioso, no quiero que pares – más… ra… aahh… rápido…
No puedo verte, pero se que sonríes.
Tus manos bajan a ayudar a tu boca con el masaje y aumentas la velocidad logrando que derrame mi ser en tu boca, arrancando un orgasmo increíble mientras jadeo tu nombre una y otra vez.
Te detienes, pero se que no has terminado.
Te tomas tu tiempo levantando el rostro para verme, no se por que, pero siempre lo haces, como si te gustara la cara que tengo al terminar. Mi respiración agitada provoca un vaivén a mi pecho que tranquilizas con caricias suaves y pequeños besos en mis hombros y cuello, para finalmente terminar en mi boca, fundiéndonos de nuevo el uno en el otro.
- Te amo… - susurras contra mi boca.
Tienes una endiablada facilidad para hacer que me sonroje que no se de donde demonios sacaste, pero no me importa.
- También… yo…
Comienzas a reír de nuevo, complacido.
- Lo se – anuncias con suficiencia provocando que me enfade contigo. Esa seguridad tuya a veces es irritante -. Me toca a mí – dices haciendo un gesto con los ojos, indicando que aun estas “animado”, y una de tus manos comienza a acariciar mis labios.
Lamo tus dedos, pues se que eso es lo que esperas, los humecto para que puedas prepararme, para que te abras paso a mi interior.
Siento tu cuerpo bajar, y tus dedos siguen en mi boca.
Ventajas de la Gomu gomu no mi.
Lames mi flácido aparato para bajar por mis testículos. Se lo que planeas y abro las piernas antes de que me lo pidas, mientras mi boca sigue ocupada con tus dedos.
- Es suficiente.
Me detengo y tu mano se ubica entre mis carnes.
- ¿Estas listo?
Nunca lo estoy, pero nunca te lo digo, me limito a asentir con la cabeza y a dedicarte una sonrisa tranquilizadora.
Primero besas mi entrada, aun no entiendo por que lo haces, me da vergüenza imaginarlo, y mas aun sentirlo, pero se lo mucho que lo disfrutas y no te detengo.
Tu lengua se pasea alrededor, humedeciéndome, y antes de poder quejarme, siento la invasión de tu anular y un gemido incomodo sale de mis labios.
Alargas tu cuello para verme a los ojos y besar mi frente.
- ¿Quieres que pare?
Abro los ojos y niego con la cabeza.
- ¿Seguro?
- Si… estoy… seguro…
Me sonríes y regresas tu cabeza a su lugar para continuar con la tarea que le has impuesto a tus manos. Comienzo a animarme otra vez y otro de tus dedos se une a la fiesta en mi interior, acariciando todo lo que pueden.
Usas tus habilidades de akuma no mi para abrirte paso a mi interior, haciendo que el dolor sea mayor para mi, pero me lo guardo, se que no durara mucho, así que dejo penetrarme.
Nadie se imagina que en nuestra relación eres tu quien me invade. ¿Quién podría creer algo así?, después de todo, soy el mayor y el de aspecto mas tosco, pero esto se basa en la ley del mas fuerte, y sin duda, eres por mucho, mas fuerte que yo… aunque no me guste admitirlo…
Al fin terminas de entrar y sacas tus dedos de mi interior, para usar tus manos y comenzar a empujar. Colocas mis piernas sobre tus hombros y comienzas el balanceo, arrancándome suspiros de excitación y jadeando con cada impulso que me propinas.
Sin duda, me vuelves loco.
Comienzo a pedirte más. Más fuerza, más rapidez, más profundidad, y sin duda, me complaces inclinándote hacia el frente, tomando mis manos entre las tuyas, lazándolas.
Esta vez siento más dolor que en otras ocasiones, supongo que es por la posición; nos resulta más cómodo hacerlo conmigo de espaldas, pero ambos queremos vernos.
- Lu… Luffy…
Aumentas el ritmo y la fuerza y estiras tu cuello para poder besarme, haces que tu vientre presione mi erección y comienza a estimularme con deleite entre cada vaivén de nuestros cuerpos. Un escalofrió nace en mi espalda mientras el cosquilleo en mi miembro comienza a extendérseme por mi cuerpo, sin dejar un solo rincón sin agitarse.
- Te… aahh… amo…
De nuevo soy yo el primero en llegar, mientras tú sigues empujando mi interior evitando que mi ritmo cardiaco se calme. Siento tu ritmo cada vez mas fuerte y presiono con fuerza tus manos, enredando las mías en tu cuello, sin soltarte. No me imagino nuestras relaciones sin tus poderes, por que de otro modo no podría seguir con tus manos entre las mías alrededor de tu largo cuello.
Beso tu oído despacio…
- Te… amo… - susurro para ti y siento como en una final embestida derramas tu ser en mi interior.
Desenlazas nuestras manos y vuelves tu cuerpo a su tamaño natural luego de salir de mí. Me dedicas tu sonrisa satisfecha y cariñosa y me miras mientras acaricias mi cabeza, para finalmente dejarte caer sobre mí una vez más.
- ¿Estas cansado? – preguntas sin moverte.
- No.
- ¿Podemos hacerlo otra vez?
Te maldigo en silencio mientras siento que me arde el rostro.
- ¿Acaso nunca te cansas?
- No – respondes mirándome y te echas a reír alegremente. Se que te burlas de mi, pero tu risa es tan cálida y contagiosa que me echo a reír contigo.
Así eres, un idiota. Pero eres el idiota que amo y al que me gusta complacer. Eres el idiota al que seguiré hasta el fin del mundo. Eres mi idiota capitán.
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