lunes, 14 de octubre de 2013

Mephisto X Rin

"Me habían informado de él….
Shiro también me había informado de su aspecto y de sus atributos, pero nunca, sinceramente, nunca pensé que fuera tan hermoso, pelo negro azulado muy liso, ojos azul brillante cual zafiro, y piel canela. Divertidas orejas puntiagudas, y una graciosa cola larga que enredaba en su cintura.
Pero eso no fue lo que me llamo la atención, ¡FUE SU SENTIDO DEL HUMOR! Decir que le patearía el culo a Satán, a su propio padre, desde ese momento…mi corazón arde en deseos de ese niño.
No es que lo tenga tan lejos, pero vamos, teniendo en cuenta de que Shiro era un amigo mío, y encima de que su padre es Satán…No soy tan idiota para tocar al hijo del diablo sin el permiso del hijo y mucho menos del padre, a menos que quiera que me salga sangre por los ojos, nariz y boca y arda en llamas azules. Y sin contar de que su hermano, Yukio, tampoco es un santo, si supiera que pienso de esa manera de su adorable hermano mayor, (Del cual me sorprende que sea Rin precisamente el mayor...) estoy seguro de que Yukio me mataria de la peor forma posible.
Imaginaos mi cara cuando el hijo del diablo se me presento a la cara, sonriendo mostrando sus colmillos alegremente, dejando ver su rabo el cual se movia de un lado a otro, se apoyo en mi mesa de escritorio y empezó a juguetear con los lápices, me miro unos segundos de manera intensa antes de juntar nuestros labios en un beso fugaz y jugueton, y entonces mi mente dijo:
Si él me da permiso, ¿No hay de que preocuparse cierto?
Yo solo tire de el para profundizar el beso aun más, jugueteamos un poco antes de que, cuando iba a actuar para seguir avanzando, Rin se aparto y sonrio juguetonamente otra vez antes de darse la vuelta y caminar hasta la puerta moviendo su rabo.
─Ha estado bien, Mephisto, pero la próxima vez que juguemos, lo haremos en privado-con eso salio de la habitación.
Yo no entendí nada, hasta que, de detrás de una puerta, la cual cedió al peso estaban los otros estudiantes, Bon, Konekomaru y demás con la cara roja. Yo sonreí diabólicamente señalándoles y riéndome de la forma má siniestra posible.
─Así que tenemos ratones curiosos en la Verdadera Cruz, pues…¡espero que tengáis tantas ganas como ahora para limpiar de pe a pa todo el comedor! ¡JAJAJA!
Ellos dejaron escapar un no largo, mientras me reia.
Pero, Rin Okumura, te juro que la próxima vez las reglas del juego las pondré yo…

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