"Me habían informado de él….
Shiro también me había informado
de su aspecto y de sus atributos, pero nunca, sinceramente, nunca pensé
que fuera tan hermoso, pelo negro azulado muy liso, ojos azul brillante
cual zafiro, y piel canela. Divertidas orejas puntiagudas, y una
graciosa cola larga que enredaba en su cintura.
Pero eso no fue lo
que me llamo la atención, ¡FUE SU SENTIDO DEL HUMOR! Decir que le
patearía el culo a Satán, a su propio padre, desde ese momento…mi
corazón arde en deseos de ese niño.
No es que lo tenga tan lejos,
pero vamos, teniendo en cuenta de que Shiro era un amigo mío, y encima
de que su padre es Satán…No soy tan idiota para tocar al hijo del diablo
sin el permiso del hijo y mucho menos del padre, a menos que quiera que
me salga sangre por los ojos, nariz y boca y arda en llamas azules. Y
sin contar de que su hermano, Yukio, tampoco es un santo, si supiera que
pienso de esa manera de su adorable hermano mayor, (Del cual me
sorprende que sea Rin precisamente el mayor...) estoy seguro de que
Yukio me mataria de la peor forma posible.
Imaginaos mi cara
cuando el hijo del diablo se me presento a la cara, sonriendo mostrando
sus colmillos alegremente, dejando ver su rabo el cual se movia de un
lado a otro, se apoyo en mi mesa de escritorio y empezó a juguetear con
los lápices, me miro unos segundos de manera intensa antes de juntar
nuestros labios en un beso fugaz y jugueton, y entonces mi mente dijo:
Si él me da permiso, ¿No hay de que preocuparse cierto?
Yo
solo tire de el para profundizar el beso aun más, jugueteamos un poco
antes de que, cuando iba a actuar para seguir avanzando, Rin se aparto y
sonrio juguetonamente otra vez antes de darse la vuelta y caminar hasta
la puerta moviendo su rabo.
─Ha estado bien, Mephisto, pero la próxima vez que juguemos, lo haremos en privado-con eso salio de la habitación.
Yo
no entendí nada, hasta que, de detrás de una puerta, la cual cedió al
peso estaban los otros estudiantes, Bon, Konekomaru y demás con la cara
roja. Yo sonreí diabólicamente señalándoles y riéndome de la forma má
siniestra posible.
─Así que tenemos ratones curiosos en la
Verdadera Cruz, pues…¡espero que tengáis tantas ganas como ahora para
limpiar de pe a pa todo el comedor! ¡JAJAJA!
Ellos dejaron escapar un no largo, mientras me reia.
Pero, Rin Okumura, te juro que la próxima vez las reglas del juego las pondré yo…
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