lunes, 14 de octubre de 2013

Yukio X Rin

                                                Celos


– ¡Esto no puede ser así! – se decía Yukio mientras buscaba un recambio para sus gafas, que habían sido rotas aquella mañana en una de sus misiones junto a sus alumnos – Cálmate, Yukio, cálmate – intentaba tranquilizarse.

Y es que ya no era capaz de aguantarlo, no podía aguantar ver todos los días como su hermano y Shiemi se miraban con esas caras embobadas en todo momento. Tenía que reconocerlo, sí, lo odiaba, era algo que consideraba total y absolutamente molesto. Es que, ¿no tenían consideración?

– Es demasiado complicado – suspiró con pesadez.

Pudo escuchar entonces como la puerta de la Habitación se abría. No tenía ni que mirar hacia allá para saber que quién se encontraba allí no era nadie más que Rin, es decir, la causa de su incesable estrés.

– ¿Qué es lo que quieres, hermano?

– ¿Estás enfadado? – preguntó – Supongo que fue mi culpa que el demonio se escapara y tuviésemos más trabajo, realmente lo siento – intentaba excusarse – ¡Lo haré mejor la próxima vez!

– No, Rin – apoyó sus manos sobre la mesa tratando de no perder la paciencia –, volverás a distraerte intentando lucirte delante de Shiemi al igual que haces siempre – le contestó molesto.

– Yo no intentaba lucirme delante de…

– ¡Sí lo hacías!

Rin clavó sus ojos azules en los verde azulados del otro y se quedaron observándose durante un par de segundos. La tensión del ambiente se había vuelto tan molesta que podría cortarse con un cuchillo. Finalmente, tras aquel duelo de miradas,Yukio caminó hacia la puerta ignorando al otro decidido a irse de allí. Cuanto antes perdiese de vista a su gemelo, mejor.

– ¡Espera! ¡Yukio! – lo sujetó por el brazo – ¿Se puede saber qué demonios te pasa?

– Nada, Rin, no me pasa absolutamente nada. ¿Por qué no te vas a ver a Shiemi?

– ¿Shiemi? ¿Estás enfadado por eso? ¿Te molesta que esté con ella?

– ¿Por qué tendría que enfadarme por eso? ¡Claro que no me molesta!

– ¡Si ella te gusta no es mi culpa!

Nuevamente el silencio volvió de nuevo y la situación no podía ser más incómoda para ellos. La paciencia no era una de las virtudes de Rin, pues el ser un demonio le daba una naturaleza bastante problemática, y Yukio… él simplemente estaba harto de aquello, había llegado a su límite.

– Shiemi no me gusta.

– Y, ¿entonces? No me tomes por tonto, yo no… – no terminó la frase, ya que su hermano lo había puesto contra la mesa del escritorio agarrando sus hombros.

– Tú no entiendes nunca, ¿verdad?

– ¿Qué quieres que entienda? No soy adivino.

– Rin… ¿qué voy a hacer contigo? – preguntó más para sí mismo que para Rin hundiendo la cabeza en su cuello.

Rin no lograba entender la situación. Todo aquello le resultaba confuso. Primero Yukio le gritaba y trataba de evitarle, después actuaba de una manera extraña. ¿Qué es lo que tenía que hacer para comprender lo que sucedía?

– Oye, Yukio, no sé qué te pasa, pero… puedes contármelo, soy tu hermano.

– ¡Ese es el problema! – exclamó – No quiero ser tu hermano, ¡no quiero serlo!

Antes de que Rin pudiese decir una sola palabra, sus labios no podían despegarse por el beso que le dió Yukio.La sorpresa reflejada en el rostro de Rin  era tan grande como la ansiedad que había estado sintiendo Yukio en los últimos días. No sabría cómo explicar lo que estaba sintiendo, ¿aquello tenía que desagradarle? Pues… la verdad es que no le desagradaba Nada.

Yukio se separó de él con lentitud dejando ver  saliva conectando sus bocas, prueba de lo que acababa de pasar. Las mejillas de Yukio se pusieron muy rojizas , no se atrevía a mirar a su hermano a la cara, no después de lo que había hecho; se sentía estúpido.

– Disculpa, no debí… - trató de alejarse, Pero Rin se lo impidió.

– Puede que… que no entienda muy bien estas cosas, pero, bueno… no quiero que te vayas – desvió la mirada algo avergonzado.

Yukio volvió a besarlo con timidez pasando sus brazos alrededor del cuerpo de su hermano, quién esta vez le besaba sin dudarlo un segundo más. El ambiente se hacía intenso y el calor empezaba a hacerse agobiante, sin embargo, en ese mismo momento, por algún capricho del destino el teléfono de Yukio sonó.

Los dos  se observaron y  luego miraron  al pobre móvil que no tenía la culpa de haber sonado en el momento.

– ¿Qué quiere ese tipo ahora? – preguntó Rin al ver el número de nada más y nada menos que Mephisto Pheles.

– Debe de haber una nueva misión – soltó un suspiro deprimido.

Cuando quiso darse cuenta, Rin había contestado a la llamada y estaba discutiendo con Mephisto, cosa que no sirvió de nada, pues la conclusión de Yukio había sido la correcta y tendrían que dirigirse a la otra punta de la ciudad para cumplir con su labor de exorcistas.
Deprimidos, salieron para encontrarse con los demás. Para desgracia de Yukio  y para rematar, enseguida estaba Shiemi frente a ellos hablando con Rin. Aunque claro, intentó mostrarse amable y no demostrar el enfado que nuevamente se apoderaba poco a poco de él.
-Rin, ¿qué es eso? – preguntó la chica al notar unas marcas rojizas en el cuello del demonio.

– ¿Qué es q…? ¡Ah! No es nada, nada importante – rió con nerviosismo subiéndose el cuello de su camisa en un intento de tapar su piel al darse cuenta de qué era un chupetón echo por su hermano.

– Este idiota es cada día más raro – Dijo Bon.

– Pues a mí eso me suena de algo… – dijo pensativo Renzo al ver como trataba de esconder aquellas sospechosas marcas - ¿Lo habré visto en alguna revista? No, imposible…

A Yukio se le dibujó una sonrisa en la cara y es que ahora su hermano trataba de alejarse de Shiemi para que ella no lo viese y a él le parecía perfecto, sí, era egoísta, pero, ¿qué podía decir? Los celos eran algo que no podía evitar porque Rin era suyo, suyo y de nadie más... y lo demostraría si fuese necesario.

2 comentarios: