Celos
– ¡Esto no puede ser así! – se decía Yukio mientras
buscaba un recambio para sus gafas, que habían sido rotas aquella mañana
en una de sus misiones junto a sus alumnos – Cálmate, Yukio, cálmate –
intentaba tranquilizarse.
Y es que ya no era capaz de aguantarlo, no
podía aguantar ver todos los días como su hermano y Shiemi se miraban
con esas caras embobadas en todo momento. Tenía que reconocerlo, sí, lo
odiaba, era algo que consideraba total y absolutamente molesto. Es que,
¿no tenían consideración?
– Es demasiado complicado – suspiró con pesadez.
Pudo
escuchar entonces como la puerta de la Habitación se abría. No tenía ni
que mirar hacia allá para saber que quién se encontraba allí no era
nadie más que Rin, es decir, la causa de su incesable
estrés.
– ¿Qué es lo que quieres, hermano?
– ¿Estás
enfadado? – preguntó – Supongo que fue mi culpa que el demonio se
escapara y tuviésemos más trabajo, realmente lo siento – intentaba
excusarse – ¡Lo haré mejor la próxima vez!
– No, Rin – apoyó sus
manos sobre la mesa tratando de no perder la paciencia –, volverás a
distraerte intentando lucirte delante de Shiemi al igual que haces siempre – le contestó molesto.
– Yo no intentaba lucirme delante de…
– ¡Sí lo hacías!
Rin clavó sus ojos azules en los verde azulados del otro y se
quedaron observándose durante un par de segundos. La tensión del
ambiente se había vuelto tan molesta que podría cortarse con un
cuchillo. Finalmente, tras aquel duelo de miradas,Yukio caminó hacia
la puerta ignorando al otro decidido a irse de allí. Cuanto antes
perdiese de vista a su gemelo, mejor.
– ¡Espera! ¡Yukio! – lo sujetó por el brazo – ¿Se puede saber qué demonios te pasa?
– Nada, Rin, no me pasa absolutamente nada. ¿Por qué no te vas a ver a Shiemi?
– ¿Shiemi? ¿Estás enfadado por eso? ¿Te molesta que esté con ella?
– ¿Por qué tendría que enfadarme por eso? ¡Claro que no me molesta!
– ¡Si ella te gusta no es mi culpa!
Nuevamente
el silencio volvió de nuevo y la situación no podía ser más incómoda
para ellos. La paciencia no era una de las virtudes de Rin, pues el ser
un
demonio le daba una naturaleza bastante problemática, y Yukio… él
simplemente estaba harto de aquello, había llegado a su límite.
– Shiemi no me gusta.
–
Y, ¿entonces? No me tomes por tonto, yo no… – no terminó la frase, ya
que su hermano lo había puesto contra la mesa del escritorio agarrando
sus hombros.
– Tú no entiendes nunca, ¿verdad?
– ¿Qué quieres que entienda? No soy adivino.
– Rin… ¿qué voy a hacer contigo? – preguntó más para sí mismo que para Rin hundiendo la cabeza en su cuello.
Rin no lograba entender la situación. Todo aquello le resultaba
confuso. Primero Yukio le gritaba y trataba de evitarle, después
actuaba de una manera extraña. ¿Qué es lo que tenía que hacer para
comprender lo que sucedía?
– Oye, Yukio, no sé qué te pasa, pero… puedes contármelo, soy tu hermano.
– ¡Ese es el problema! – exclamó – No quiero ser tu hermano, ¡no quiero serlo!
Antes
de que Rin pudiese decir una sola palabra, sus labios no podían
despegarse por el beso que le dió Yukio.La sorpresa reflejada en el
rostro
de Rin era tan grande como la ansiedad que había estado sintiendo Yukio
en los últimos días. No sabría cómo explicar lo que estaba
sintiendo, ¿aquello tenía que desagradarle? Pues… la verdad es que no le
desagradaba Nada.
Yukio se separó de él con
lentitud dejando ver saliva conectando sus bocas, prueba de
lo que acababa de pasar. Las mejillas de Yukio se pusieron muy rojizas , no se atrevía a mirar a su hermano a la
cara, no después de lo que había hecho; se sentía estúpido.
– Disculpa, no debí… - trató de alejarse, Pero Rin se lo impidió.
– Puede que… que no entienda muy bien estas cosas, pero, bueno… no quiero que te vayas – desvió la mirada algo avergonzado.
Yukio
volvió a besarlo con timidez pasando sus brazos alrededor del cuerpo de
su hermano, quién esta vez le besaba sin dudarlo un segundo más. El
ambiente se hacía intenso y el calor empezaba a hacerse agobiante, sin
embargo, en ese mismo momento, por algún capricho del destino el
teléfono de Yukio sonó.
Los dos se observaron y luego miraron al pobre móvil
que no tenía la culpa de haber sonado en el momento.
– ¿Qué quiere ese tipo ahora? – preguntó Rin al ver el número de nada más y nada menos que Mephisto Pheles.
– Debe de haber una nueva misión – soltó un suspiro deprimido.
Cuando
quiso darse cuenta, Rin había contestado a la llamada y
estaba discutiendo con Mephisto, cosa que no sirvió de
nada, pues la conclusión de Yukio había sido la correcta y tendrían que
dirigirse a la otra punta de la ciudad para cumplir con su labor de
exorcistas.
Deprimidos, salieron para
encontrarse con los demás. Para desgracia de Yukio y para rematar,
enseguida estaba Shiemi frente a ellos hablando con Rin. Aunque claro,
intentó mostrarse amable y no demostrar el enfado que nuevamente se
apoderaba poco a poco de él.
-Rin, ¿qué es eso? – preguntó la chica al notar unas marcas rojizas en el cuello del demonio.
–
¿Qué es q…? ¡Ah! No es nada, nada importante – rió con nerviosismo
subiéndose el cuello de su camisa en un intento de tapar su piel al
darse cuenta de qué era un chupetón echo por su hermano.
– Este idiota es cada día más raro – Dijo Bon.
–
Pues a mí eso me suena de algo… – dijo pensativo Renzo al ver como trataba de esconder aquellas sospechosas marcas - ¿Lo habré
visto en alguna revista? No, imposible…
A Yukio se le
dibujó una sonrisa en la cara y es que ahora su hermano trataba de
alejarse de Shiemi para que ella no lo viese y a él le parecía
perfecto, sí, era egoísta, pero, ¿qué podía decir? Los celos eran algo
que no podía evitar porque Rin era suyo, suyo y de nadie más... y lo
demostraría si fuese necesario.
Borra mi fanfic de tu página -_-
ResponderEliminarHolii
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